La medida de fuerza de los trabajadores del subte provocó durante todo el día de ayer serios inconvenientes en el tránsito de la Ciudad de Buenos Aires. Hubo enormes dificultades para acceder a la Capital Federal producto del aumento de los vehículos particulares, largas colas en las paradas de colectivos y, durante la tarde, se produjeron grandes demoras en el regreso. Al cese de actividades de 36 horas se le sumaron también protestas de inquilinos desalojados y también de otros gremios que reclamaban por recomposiciones salariales, que hicieron aún más difícil la circulación por las calles porteñas.

Los servicios de transportes alternativos al subterráneo, tales como colectivos, taxis y remises, colapsaron sus servicios ya desde la noche del miércoles. Miles de personas se aglomeraron con la intención de tomar colectivos en las terminales ferroviarias de Plaza Constitución, Once y Retiro. Las filas en las paradas superaron varias cuadras. Además, en los distintos accesos a la Capital Federal, las colas de vehículos fueron de varios kilómetros.

En la avenida General Paz, que circunvala la Ciudad, y en la Autopista Panamericana, los retrasos comenzaron antes de lo previsto ya que los automovilistas se anticiparon para paliar la situación. “La gente salió muy temprano y muchos de los que vienen a la Capital Federal optaron por movilizarse con sus vehículos”, dijo Ernesto Arriaga, vocero de la Dirección Nacional de Vialidad (DNV).

Los accesos se congestionaron a partir de las siete de la mañana y en las paradas de colectivos próximas a las cabeceras de las líneas de tren podían verse varias cuadras de cola. En Constitución, se mezclaban las colas para las distintas líneas de colectivos, por lo que algunas empresas pusieron un “jefe de tráfico” organizando a los pasajeros y también un “expendedor de boletos” para que los mismos al subir no pierdan tiempo en sacar el pasaje.