EL PAíS • SUBNOTA
Por Carlos Heller *
“La crisis financiera del 2001-2002, que derivó en el corralito y el corralón y provocó la emisión del Boden, no fue una crisis del sector financiero en particular, sino del modelo que empezó en Argentina en 1976 y se terminó de instalar durante los ’90. El modelo de desguace del Estado, de la inserción argentina en el mundo globalizado sin ningún tipo de protección finalizó en la crisis financiera pero que también fue sistémica. El Boden significa el principio del fin de esa crisis y este gobierno honró esa deuda, que después renegoció con una importante quita, desligándose de los planes de contingencia del FMI pagándole lo adeudado con los recursos propios sin necesidad de recurrir a endeudamiento. La política de desendeudamiento se llevó a la práctica desde hace años y hoy la Argentina tiene una deuda externa en dólares por un poco más del 9 por ciento de su PBI. El modelo macroeconómico alivió de forma significativa el esfuerzo fiscal del país para el pago de los servicios, que hace años se llevaba el 6 por ciento del PBI y hoy representa menos del 2, y que continuará disminuyendo, lo que en el futuro nos permitirá destinar más recursos para la educación, por ejemplo. Hoy no existe razón seria para que Argentina vuelva a los mercados de créditos, ya que sigue siendo castigada por la política soberana que adoptó de ponerse firme, fue sancionada y hoy tiene un riesgo país del doble de España.”
* Diputado nacional, Frente Nuevo Encuentro.
Mariano Féliz *
“La cancelación del Boden se da en un momento de escasez importante de divisas, aplicándose éstas a una deuda generada en un momento muy particular. La decisión de subsidiar al sector financiero de la economía, que comenzó hace años, hoy se está terminando de completar marcando el fin de un proceso. Resulta paradójico que en un contexto de crisis y con necesidades más urgentes se destinen recursos a un pago financiero cuando el destino podría ser otro. Con la cantidad de recursos que se pagó se puede poner en marcha un programa de viviendas que no sólo financie, sino la construcción para la población que más lo necesita y que tendría un alcance muy grande por la magnitud del monto pagado. Parecía que el sector financiero había perdido peso económico y financiero en esta última década, pero implícitamente se le reconoce completando el pago de una deuda que se podría haber denunciado, revisado o hacérsela pagar a los grupos que la generaron. No parecería que sea relevante estar fuera del mercado financiero internacional hoy en día. No es positivo financiarse a través de los mercados, descontando que el costo de ese financiamiento es muy alto para nosotros pero sí se puede buscar financiamiento con los sectores locales que tri
butan poco como el sector financiero. No hacer esto es una decisión política.”* Investigador Conicet y docente UNLA.
Eduardo Levi Yeyati *
“Es natural que un país solvente cumpla con sus obligaciones. Es inusual que se haga un anuncio público al respecto. Al igual que la frase ‘hoy no estoy borracho’ alude a un recurrente estado de ebriedad, el anuncio ‘hoy pago mi deuda’ insinúa que éste puede no ser el caso en el futuro. El Gobierno presenta el pago del Boden 12 como el cierre del corralito de Cavallo. La retórica, sin embargo, es forzada. Ni el Boden 12 está asociado al corralito de Cavallo 2001 (lo está al corralón de Duhalde 2002) ni fue exclusivamente usado para salir del corralón (un 25 por ciento de la emisión fue canjeada por depósitos reprogramados o Cedros, un 40 por ciento compensó a los bancos por la pesificación asimétrica, el 35 por ciento restante fue emitido en 2005), ni son los únicos bonos del corralón (el segundo canje de depósitos, de octubre de 2002, fue por Boden 13, que vence en 9 meses). Honrar las deudas es bueno en la medida en que facilita la política fiscal anticíclica: permite endeudarse a un costo razonable cuando flaquea la demanda y es necesario que el Gobierno ahorre menos y gaste más, como ahora. Un desendeudamiento que rehúye el acceso al crédito pone el carro delante del caballo: pierde el beneficio anticíclico y apura el ajuste para pagar a expensas del crecimiento. El Gobierno tiene que superar el tabú de la deuda y comenzar a desandar el camino de la autarquía financiera. Tiene la solvencia para hacerlo.”
* Docente UBA, Barcelona GSE y UTDT.
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