Dom 26.05.2013

EL PAíS • SUBNOTA

No positivo

› Por Horacio Verbitsky

Muy justa elección de paradigma la de José Nun, en su balance de la década que, “como diría un mendocino, no es positivo”. Desde noviembre de 2004, cuando Néstor Kirchner lo designó secretario de Cultura, hasta octubre de 2010, sólo tuvo loas para la gestión oficial. En el contexto de la batalla cultural que se organizó en torno de la ley audiovisual, Cristina ofreció su cargo a alguien más afín, como Jorge Coscia, pero el 24 de noviembre de 2009 compensó a Nun enviando al Senado su pliego como embajador en Gran Bretaña. Antes de aceptar, Nun no consultó con la cancillería acerca de la disputa por las Malvinas, sino sobre los viáticos, el cocinero y el chofer de la embajada. Pero el 29 de julio de 2010, la propia CFK decidió dejar vacante esa representación en respuesta a la política petrolera británica en las islas. Tres meses después, el 28 de octubre, en su “Adiós a un amigo” publicado en La Nación, Nun escribió que deseaba mantener la evocación de Néstor Kirchner en el plano personal y, por primera vez, mencionó sus “errores y omisiones”, algo que “queda en manos de sus sucesores lograr superarlo”. El tono se agravó en 2012, cuando el gobierno modificó su política hacia Gran Bretaña, pero en vez de Nun designó embajadora a Alicia Castro. El 19 de octubre, según la crónica entusiasta de Clarín, Nun “fue la estrella del día” en el coloquio del think tank opositor IDEA. “Invitado para debatir la política y los valores, Nun hizo gala de una oratoria por momentos provocativa, siempre desafiante y con un humor que el público de IDEA desconocía. Se llevó la ovación de la jornada cuando advirtió que ‘la corrupción se está volviendo normal’ y que el populismo ‘destruye las instituciones’.” En los últimos meses ha recorrido los estudios de TN con aire de tortuga deshidratada para denigrar al gobierno que integró durante más de la mitad de su duración, siguiendo el modelo de Alberto Fernández. En el tremendo verano de 2002, durante una reunión de la Comisión Directiva del CELS, Nun planteó que los organismos de derechos humanos debían ampliar su agenda, para incluir la defensa de los “ahorristas entrampados por el corralito”. Otro cientista político de primer nivel, Carlos H. Acuña, lo encaró con rostro de ira y gestos expresivos de sus manos: “¿Si lo que planteás se hiciera, te pusiste a pensar de dónde saldrían los recursos para pagarles?”. Es obvio que no.

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