“No pienso renunciar y creo firmemente que los fallos son correctos”, sostuvo ayer Eduardo Moliné O’Connor, luego de que la Comisión de Juicio Político de Diputados decidiera abrir el sumario para iniciar el proceso en su contra. “Creo que hay que defenderse, sobre todo institucionalmente. Es todo el Poder Judicial el que está en juego”, agregó.
Aunque suele escapar de los micrófonos, Moliné concedió ayer un largo reportaje a Radio Diez, donde ratificó su decisión de continuar en la Corte. “No pienso renunciar. Los cargos se refieren a opiniones vertidas en decisiones adoptadas por la Corte con distintas composiciones, algunas con ocho miembros, y considero que las opiniones de los jueces que se vuelcan en sus sentencias no pueden generarle responsabilidad de ninguna especie ni disciplinaria”, sostuvo el magistrado.
Moliné reaccionó así luego de que la Comisión decidiera abrir un sumario basado, entre otros, en los casos Meller, Macri y Magariños. Aunque el proceso recién comienza, el destino del juez parece sellado: algunas de estas causas fueron las mismas que se utilizaron en su momento para investigar a Julio Nazareno (ver página 4).
“Mi voluntad es plantear mi defensa y creo firmemente que los fallos son correctos y, aunque sean incorrectos, lo que no admito es que se desvirtúe la esencia de la independencia del Poder Judicial, que hace al respeto a un fallo”, argumentó Moliné, que a continuación intentó englobar al resto de los jueces.
“Al enjuiciar a los ministros de la Corte uno por uno, la comisión en realidad está enjuiciando a todo el Poder Judicial. También va a haber que destituir a los miembros de las cámaras y de los juzgados de primera instancia que participaron en esos procesos si coincidieron en la decisión final que adoptó la Corte”, señaló Moliné, como si se tratara de algunos fallos puntuales y no de la conducta sistemática de una mayoría creada por el menemismo, que se alineó con el Ejecutivo para respaldar sus políticas a través de sus sentencias. Aunque su líder formal era Julio Nazareno, en los tribunales siempre se mencionó a Moliné como el verdadero “cerebro” del grupo.
Justamente, cuando Marcelo Longobardi le preguntó por la mayoría automática, el magistrado respondió: “Yo realmente no sé lo que es la mayoría automática. La estadística de fallos demuestra que con la composición de cinco a cuatro votos son escasísimos. Los fallos fueron cruzados. Y que yo sea el ideólogo: la verdad es que acá los votos a veces son de mi autoría y a veces de los otros ministros. Es un rótulo que le ha hecho mucho mal al Poder Judicial”, explicó.
Moliné también se refirió a la decisión de no ocupar el cargo de titular de la Corte, vacante desde la renuncia de Nazareno. “Son momentos difíciles. Entendí que de perdurar como vicepresidente a cargo de la presidencia a lo mejor podía no llegar a contar con el apoyo del resto de los ministros. Me pareció oportuno dar un paso al costado. En este momento convenía que las autoridades que se hicieran cargo tuvieran la ratificación de la confianza de sus pares”, aseguró.
Finalmente, el magistrado habló sobre Eugenio Zaffaroni, el prestigioso abogado elegido por el Gobierno para reemplazar a Nazareno. “Es una personalidad con mucho prestigio en el campo del derecho penal, un estudioso”, sostuvo Moliné. Y agregó: “De todos modos no lo conozco personalmente, no tengo otra referencia”.