El mayor retirado Juan José Gómez Centurión, condecorado por su desempeño en Malvinas y con pasado carapintada, llegó a la AGC imbuido de ideas castrenses y una indisimulable desconfianza hacia el personal del organismo. Desde una central de monitoreo, uno de los hombres que le responden, de apellido Campanello, controla todo lo que sucede en la sede de la AGC con un sistema de cámaras provisto por la empresa Murata, que filma el interior de cada dependencia las 24 horas. El militar no es un improvisado: es uno de los redactores del controvertido Manual de Manejo de Crisis, que en un apartado denominado “Aislamiento de expedientes” sugiere que el personal de seguridad tiene que montar guardia ante oficinas sensibles para que empleados o potenciales intrusos no puedan acceder a determinados documentos que comprometan al gobierno. También recomienda que todas las oficinas se cierren con llave y se controle mediante autorizaciones por escrito quién solicita entrar en ellas. Pese a todo, algunos expedientes no pudieron ser ocultados.