EL PAíS • SUBNOTA › EL INFORME SOBRE LA CONTAMINACIóN DE UPM ESTARá LISTO EL MIéRCOLES
Los científicos argentinos del comité que monitorea la actividad de la ex Botnia están concluyendo su informe y se lo presentarán pasado mañana al canciller Timerman, quien ya adelantó que la planta está tirando al río más fósforo y cromo de lo permitido.
› Por Laura Vales
El informe completo sobre las mediciones de contaminación de UPM-Botnia estará terminado este miércoles. Los dos científicos argentinos del comité que realiza el monitoreo ambiental de la pastera están redactando los tramos finales del trabajo para que el canciller Héctor Timerman lo tenga ese día en su despacho. Según dijo a Página/12 una fuente con acceso directo al plan de vigilancia, el documento no sólo va a tener un desarrollo en extenso de los datos que dio a conocer el canciller la semana pasada, cuando denunció que UPM está tirando en exceso fósforo y cromo, sino que también contendrá nueva información: “Va a ser algo más fuerte”.
El trabajo está a cargo de Esteban Lyons –ingeniero– y Mabel Turino –doctora en ciencias químicas–, integrantes del comité científico de la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU), que monitorea a la pastera desde hace dos años y cuatro meses. Los científicos presentarán el informe al presidente de la delegación argentina de la CARU, el embajador Hernán Orduna, quien se lo elevará a Timerman.
El comité científico entró por primera vez a Botnia en octubre de 2010. Desde entonces, los científicos tomaron muestras dentro de la plata en otras veintisiete oportunidades, a razón de doce veces por año. En la CARU dicen que desde las primeras mediciones se comprobó que la temperatura de los efluentes que la empresa vuelca al río era excesiva (de 32 grados).
Las altas temperaturas del agua, combinadas con el exceso de nitrógeno y fósforo (según denunció la Cancillería argentina, la pastera tira fósforo en cantidades que están 36 veces por encima de lo permitido), promueven el crecimiento de algas. La proliferación de algas ha sido tan alta, contó la fuente consultada, que en algunas oportunidades las han llegado a encontrar incluso dentro de la planta.
El problema de la contaminación es de dos órdenes. Por un lado está el hecho de que el río Uruguay ya viene con niveles de contaminación desde Brasil. En el caso del fósforo, por ejemplo, el río llega a la altura de Botnia con una concentración de fósforo de 0,1 mg por litro, y la pastera le agrega otros 0,9 mg por litro. Las propias normas ambientales de Uruguay establecen que con concentraciones de fósforo por encima de 0,025 mg por litro en los efluentes ya se está contaminando. Por otro lado, el tamaño de la planta de Botnia, la magnitud de lo que vuelca al río, es tan grande que agrava el problema.
Los resultados de las mediciones nunca se publicaron porque las discrepancias entre uruguayos y argentinos en la CARU sobre los parámetros de contaminación que se deben aplicar volvieron imposible la redacción de informes conjuntos. En esta situación, en septiembre del año pasado la Argentina dio a conocer un informe con las irregularidades encontradas en la pastera, el único que se había difundido hasta ahora. Sus principales denuncias fueron:
- En su primera entrada a la pastera, los científicos encontraron que la empresa estaba diluyendo parte de sus efluentes industriales con agua del río antes de verterlos al cauce. La dilución está prohibida, incluso por las normas uruguayas.
- Tras el reclamo argentino, la empresa dejó de diluir los efluentes. Pero obtuvo de las autoridades uruguayas un permiso para aumentar a 37 grados la temperatura de vuelco de los efluentes al río. La norma fue cambiada a medida de Botnia, porque para el resto de las empresas asentadas en territorio uruguayo la temperatura máxima permitida sigue siendo de 30 grados. Pero en este caso, la modificación es más grave porque el Digesto del Río Uruguay, aprobado por los dos países, establece que esa temperatura no pude superar “las condiciones naturales del río Uruguay”, que está en los 20 grados.
- Hace dos años, en noviembre de 2011, los científicos descubrieron en la pastera un vertedero clandestino de efluentes sin tratar. El vuelco clandestino estaba ubicado a unos mil metros del vertedero oficial y arrojaba al río 170 litros de efluentes por segundo.
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