Dom 20.10.2013

EL PAíS • SUBNOTA

Pavaditas

› Por Horacio Verbitsky

En el primer semestre del año se consolidó el crecimiento económico y se redujo la desocupación, mientras los salarios crecieron por encima del ritmo inflacionario, que fue en descenso. Esto preanuncia un mejoramiento de la participación de los asalariados en el ingreso, a lo que debe sumarse la significativa reducción de trabajadores de la cuarta categoría alcanzados por el impuesto a las ganancias, que con las últimas decisiones oficiales volvió a los niveles de 2003. Por primera vez desde mediados de 2012, crecieron todas las variables que componen la demanda agregada (inversión, consumo privado y gasto estatal). Como consecuencia, la expansión del segundo trimestre fue muy elevada: 8,3 por ciento. La inversión creció un 16,2 por ciento, con predominio en maquinaria y equipo, y en términos absolutos equiparó a la del segundo trimestre de 2011. Luego de cuatro trimestres con tasas negativas, la producción de bienes creció en forma sostenida. Aunque la producción industrial tuvo una escasa y heterogénea reactivación, de apenas 1,4 por ciento en los primeros siete meses, se mantuvo la ocupación sectorial, aumentaron las horas trabajadas y creció el salario real. Luego de un año negro entre marzo de 2012 y marzo de 2013 (originado por los controles en el mercado de cambios y la renuencia del sector a pesificar las operaciones inmobiliarias) entre abril y agosto se registró una tasa de crecimiento anual del 7,6 por ciento respecto de los mismos cinco meses de 2012, mientras el índice de la Cámara Argentina de la Construcción registró un aumento interanual del 10,5% en este período. Estas son las principales conclusiones del Informe de Coyuntura 14, difundido esta semana por el Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA/CTA), que coordina Eduardo Basualdo. El trabajo tampoco ignora los problemas pendientes. La situación del sector externo es la principal restricción económica, pese a la drástica disminución de la fuga de capitales y la remisión de utilidades al exterior (en el primer trimestre apenas salieron 13 millones de dólares por la remisión de utilidades y dividendos y en el primer semestre ingresaron 261 millones de dólares por encima de lo que se fugó). La balanza comercial sigue siendo positiva, pero el superávit tiende a disminuir por las importaciones del sector automotriz, el enclave electrónico de Tierra del Fuego y la demanda energética. Estos factores, junto a la demanda de bienes de capital e insumos y al pago de los compromisos financieros con el exterior vienen afectando desde septiembre de 2011 las reservas del Banco Central, situación agravada por el avance de la demanda de los fondos buitre en los tribunales estadounidenses. Luego del cierre del Informe de CIFRA se anunciaron los acuerdos con cuatro compañías estadounidenses que ganaron juicios en el CIADI originados en la devaluación de 2002, con el compromiso de los ganadores de invertir en el país una décima parte del monto, en dólares, una quita del 25 por ciento sobre el total y el pago diferido con bonos domésticos sometidos a la jurisdicción local, que hasta ahora esas compañías no aceptaban. Atado a esta transacción, el Banco Mundial destrabó créditos por 3000 millones de dólares. Además avanzaron los acuerdos con Estados Unidos y Suiza para el intercambio de información tributaria, que incrementará la recaudación sobre fondos fugados del país. También se conoció el compromiso de las grandes cerealeras de liquidar unos 2000 millones de dólares antes de fin de año. Estas novedades podrían ser objetadas desde un punto de vista ideológico, lo mismo que las inversiones extranjeras en petróleo y gas, pero ratifican el terrenal pragmatismo de un gobierno que no se ha caracterizado por ignorar los problemas. Esto le permitirá defraudar una vez más en sus dos años finales a quienes no conocen otra forma de oposición que orar por una hecatombe. Esto ocurrió al mismo tiempo que el más atípico acto por el 17 de octubre, sin palco ni discurso político y con funcionarios a ras del piso, mezclados con la militancia y los simpatizantes desorganizados. Desde su refugio en el Centro de Estudios Latinoamericanos de la británica Universidad de Cambridge, el profesor argentino Guillermo Makin escribió que “hay partido, no del todo perfecto a la Duverger, pero más que en 1955 y en 1975”. Lo que se vio el jueves, dice, fue “un partido movilizado pese a los problemas de gestión y los obvios operativos de la prensa opositora. Si es un fin de ciclo, es muy distinto a los anteriores donde no había partido, ni hablar de movilizaciones como ésta que ostenta vigor político. La coronación de la evolución favorable del movimiento/partido será patente si como parece quererlo la dirigencia, se eligen los candidatos para el 2015 con las PASO. Esa es la organización de la que tanto hablaba Perón y que nunca quiso”, según su propias confesiones a Oscar Albrieu y a César Guardo. Los principales medios no pudieron referirse a estas cuestiones, que son tan poco apasionantes, porque su espacio y su tiempo fueron consumidos por el penoso diálogo entre un candidato a diputado nacional y una agente de tránsito. Sólo la repetición ad nauseam de esa filmación clandestina, realizada y difundida por personal de la Gendarmería, y la deriva grotesca de la precarizada funcionaria municipal, que luego de protagonizar el video se desvistió para iniciar una pasmosa carrera mediática, equilibraron la vergüenza sin atenuantes de banalizar la tragedia argentina en una trivial discusión de tránsito. La defensa gubernativa de lo indefendible sólo contribuyó a prolongar las reverberaciones del episodio, cuando ya se habían apagado.

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