Hoy en día, la agenda pública parece dominada por el tema del delito y la seguridad...

–Primero que nada: sin matices, los linchamientos son algo salvaje, totalmente repudiable, una conducta antisocial que debe cesar inmediatamente y me llama mucho la atencion que casi nadie del mundo opositor haya salido a condenar esto y a pedir la prisión de los agresores. Los hechos delictivos jamás son una excusa para estas agresiones. Creo que el fenómeno está disparado por la percepción de cierta impunidad y por la tremenda difusión que hacen los medios de estos actos de violencia. Yendo a la inseguridad, es muy delicado que curiosamente aparece siempre con mayor importancia cuando hay una disputa política y está siendo instalado por los medios para horadar la imagen del Gobierno. Deben debatirse soluciones, pero la única forma de avanzar en serio es profundizar la agenda social y la reforma de la Justicia.

–¿Ve relación entre este fenómeno y las huelgas policiales de diciembre?

–Puede ser. Sin embargo, la solución en esos casos es actuar con firmeza. Nosotros no anduvimos con vueltas. Tanto el Poder Ejecutivo como el Judicial actuaron y hoy hay 17 policías detenidos, más de un centenar de policías sumariados y separados de la fuerza. Se está restaurando la relación de la policía con la población, más que nada en la ciudad de Concordia. Con el imperio de la justicia se devolvió la tranquilidad a la población tras un hecho claramente coordinado en todo el país desde algún lugar de la política. Es la primera vez que queda tan en evidencia la connivencia entre dirigentes marginales de la política, malos policías y delincuentes comunes.