EL PAíS • SUBNOTA
De que Lionel Messi es capaz de cualquier cosa no cabe la menor duda. De que es “mejor que Neymar”, como cantan los hinchas argentinos, menos que menos. De que es el referente, capitán y mejor jugador de Argentina en este Mundial de Brasil, tampoco. Que le sobran talento y modestia, es ya una marca registrada, su sello de grande en serio, de todopoderoso dentro de un campo de juego. El de ayer fue uno de esos días en los que, para colmo, las cosas le salen bien; esos días en los que los rivales se rinden y quedan maravillados con su calidad. Se podrá decir que en el primer gol el mérito fue de Di María, que controló un pase largo y después se acomodó para estrellar su remate contra el palo derecho de Enyeama, o que la jugada arrancó con un buen pase de Mascherano por arriba de los volantes africanos, pero el mérito del primer gol fue todo de Messi. Porque el capitán no esperó, no se quedó quieto, siguió la jugada y fue a buscar el rebote para meter el bombazo con el que abrió la cuenta. Después, además de asociarse bien con sus compañeros, sobre todo con Higuaín, se movió por todo el frente de ataque buscando la falta que le permitiera probar suerte frente el arquero nigeriano que le había tapado todas en el amistoso de 2011. Dos veces lo derribaron cerca del área. En la primera, la puso casi en el ángulo, pero el arquero consiguió taparla con gran esfuerzo. En la segunda, a los 45 de la primera parte, repitió el disparo, que esta vez no encontró respuesta en el arquero nigeriano, quizá porque imaginaba un cambio de plantes del capitán argentino. El entrenador de Nigeria, Stephen Keshi (ver aparte), dijo que es de otro planeta. Y, como siempre, agradeció y en conferencia dijo que “todavía tiene que mejorar”, incluso a pesar de que ayer batió otra estadística, convirtiéndose en el primer jugador argentino que marca tres goles consecutivo en un Mundial. Lleva cuatro goles en tres partidos; el último lo festejó con los brazos arriba y mirando a los hinchas, que cuando Sabella lo sacó de la cancha le devolvieron una gran ovación, que él mismo aplaudió.
63 minutos en la cancha
2 goles
4 tiros al arco
38 pases tirados
24 pases completos
29,6 km/h de velocidad máxima
5,92 kilómetros recorridos.
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