Jue 11.09.2003

EL PAíS • SUBNOTA  › OPINION

Se supone que...

› Por Alfredo Zaiat

Una de los primeros criterios que aprenden los estudiantes de economía en la universidad es que los modelos para interpretar y proyectar la evolución futura de ciertas variables comienzan con la sencilla enunciación “se supone que...”. A partir de esa premisa, fuente de toda sinrazón e injusticia, los economistas profesionales están habilitados a emprender sus tropelías. Entre las varias hipótesis implícitas en el acuerdo con el FMI se supone que Argentina no tendrá acceso al mercado de capitales internacional como consecuencia del default de su deuda. Con semejante punto de partida, la definición sobre el monto necesario para atender la deuda en el próximo trienio resulta clave en función de las perspectivas de crecimiento. En esa discusión, establecer de antemano que ese excedente será del 3 por ciento del Producto, unos 12.500 millones de pesos, convalida ese supuesto de canillas financieras cerradas. El argumento acerca de que el Fondo reclamaba un ajuste mayor y, por lo tanto, ha sido un logro acordar ese nivel de superávit fiscal es por lo menos un abuso de exitismo, que sería preferible evitar para no asemejarlo al triunfalismo ridículo del Blindaje de Machinea o el Megacanje de Cavallo.
Condicionar a la economía a ese esfuerzo fiscal, que implica multiplicar por seis el superávit promedio de la década del 90 y un ahorro adicional de unos 4000 millones de pesos respecto a este año, constituye una restricción importante para un país con la mitad de la población en la pobreza. Más aún cuando ese “se supone que” no habrá financiamiento externo es arbitrario y equivocado teniendo en cuenta la experiencia financiera pasada y reciente en el ámbito local e internacional. Ningún economista suponía a mediados del año pasado que, después del corralito, cacerolazos y desatención de los bancos a sus clientes, ahorristas argentinos estuvieran ahora depositando en ¡pesos! a una tasa del 5 por ciento anual. Más lejos, Rusia, que declaró el default de su deuda y el primer desembolso del auxilio del FMI fue a descansar a cuentas suizas de la reciclada nomenklatura, en estos momentos es el ejemplo que muestran los economistas ortodoxos locales.
La memoria financiera es tan corta como negocios a la vista encuentren. Y Argentina sigue siendo una fuente de rentas extraordinarias. Ante ese nada inocente supuesto de paria del mundo, el compromiso fiscal asumido con el Fondo, insostenible en el tiempo, pone en riesgo el objetivo de impulsar un crecimiento con equidad.

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