EL PAíS • SUBNOTA
› Por Alejandra Dandan
Bajo el apartado de “Contexto histórico”, la presentación del CELS comienza el análisis del mundo de trabajo.
“En diálogo con los avances en el proceso de Justicia mencionados, se produjeron en estas décadas contribuciones desde el campo de la investigación que subrayaron la importancia de analizar el proceso represivo desplegado entre 1976 y 1983, no sólo en vinculación con las confrontaciones políticas sino también con las transformaciones económicas y sociales. En particular, ya desde la década del ’80, y con especial énfasis y profundidad en la etapa más reciente, parte de esta producción académica destacó la importancia de analizar a la dictadura desde la perspectiva de los trabajadores y del movimiento sindical, para iluminar algunos de los rasgos centrales que quedaban ocultos o subestimados desde miradas predominantemente políticas.
“Dentro de estas aproximaciones, algunas subrayaron que resultaba además necesario analizar el impacto de la dictadura en la clase trabajadora y el movimiento sindical, teniendo en cuenta no sólo el papel de los grandes líderes y las estructuras más visibles sino también, al mismo tiempo, de las bases y de algunos de las instituciones más importantes y al mismo tiempo poco reconocidas.
”En efecto, un conjunto de investigaciones ha mostrado que uno de los rasgos más destacados de la estructura sindical argentina es el alto grado de presencia que alcanzó en los establecimientos laborales, a través de la instauración de instancias de representación directa de los trabajadores, en la forma de delegados y comisiones internas. La existencia de estas instancias de representación directa otorgó a la estructura sindical argentina un carácter original y pionero con respecto a la de la mayoría de los países latinoamericanos, los cuales o bien no habían podido aún obtener esta conquista o bien nunca podrían lograrla.
”Si sigue esta línea de análisis, particularmente relevante para comprender tanto el caso de Molinos como un conjunto de otros casos de fuerte represión sobre los trabajadores y sus representantes de base, resulta claro que entre fines de los años ’60 y mediados de la década del ’70, los delegados y las comisiones internas estuvieron en el centro del proceso de creciente militancia y protesta contra la dictadura de la Revolución Argentina, su política económica y social, y la represión a la organización política y sindical. La existencia de representantes sindicales activos y combativos en el lugar de trabajo, que desarrollaban políticas de confrontación simultánea con la patronal y las dirigencias conciliatorias y en varias instancias frente al poder político, constituía un desafío abierto a las líneas predominantes en el sindicalismo a nivel nacional y cuestionaba severamente el control de la patronal sobre las condiciones de producción, el ritmo de trabajo y la retribución a los asalariados. Estas instancias de organización constituían además una herramienta fundamental en la disputa por la distribución del ingreso, y estaban atravesadas por las luchas y debates sobre el grado de profundidad y el tipo de las transformaciones que se intentaban promover en la estructura económica y social argentina. Fue justamente debido a estas razones que las patronales las consideraban una amenaza, no sólo en términos económicos sino también en términos políticos y sociales.”
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