EL PAíS • SUBNOTA
› Por Victoria Ginzberg
Varios libros, escarapelas de vidrio, vinos, cartas de madres cuyos hijos murieron por la represión policial, remeras, cuadros, infaltables alusiones a San Lorenzo y hasta salames mercedinos. Todos, en la comitiva que acompañó a la Presidenta al Vaticano, quisieron dejarle un recuerdo a Francisco. “Esto parece una feria, una kermese”, dijo la Presidenta. Una “Unidad Básica”, se escuchó. Y Leandro Santoro, de la Juventud Radical contestó: “Pero hay radicales también”. “Que vengan, que vengan”, le devolvieron.
Luego del almuerzo con la Presidenta, el Papa volvió al salón donde habían esperado los acompañantes de CFK para saludarlos. Estaban el canciller Héctor Timerman y el secretario de Culto, Guillermo Oliveri, que antes habían tenido su reunión con el secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, en la que hablaron sobre el tema de la deuda externa, así como de la situación de los niños migrantes de Centroamérica y la problemática de la droga.
También estaban el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini y el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, a quien Jorge Bergoglio estima desde que fue uno de los gestores para que el ex presidente Néstor Kirchner participara en un homenaje a los curas palotinos asesinados durante la última dictadura, que organizó cuando era arzobispo de Buenos Aires y la relación con la Iglesia no atravesaba su mejor momento. Parrilli le llevó al Papa una faja mapuche que los sacerdotes en Neuquén usan como toga. Lo hacía, por ejemplo, el obispo Jaime de Nevares.
“Mi presencia acá creo que tiene que ver con dos cosas: con la demostración del ejercicio de la pluralidad y con que represento a la militancia política. Yo no tengo cargo formal en mi partido. Creo que es un mensaje de unidad y que reivindica a la política”, dijo a Página/12 Leandro Santoro, de la agrupación de la Juventud Radical Los Irrompibles. Santoro llevó para la ocasión dos ejemplares del Nunca Más, uno para Francisco y otro para la biblioteca del Vaticano, además las memorias políticas de Raúl Alfonsín. Ayer, justamente, se conmemoraron los 30 años de la entrega por parte de Ernesto Sabato del informe de la Conadep al ex presidente.
Otros representantes de la juventud fueron la nieta recuperada y militante de Kolina Victoria Montenegro (ver aparte), el diputado del Movimiento Evita Leonardo Grosso y los diputados y dirigentes de La Cámpora Andrés Larroque, Wado de Pedro y el legislador bonaerense José Ottavis, también de La Cámpora. Grosso le entregó al Papa, como parte de la campaña contra la violencia institucional de su agrupación, cartas de madres cuyos hijos murieron por el accionar de la policía, como Raquel Wittis, Rosa Bru y Miriam Medina.
La Cámpora aportó varios presentes, entre ellos tres libros escritos sobre la agrupación. “El de Sandra Russo, uno de Mario Della Roca y otro que es una campaña de difamación, para que saque sus conclusiones”, explicaron. Larroque, además, le dio un cuadro del padre Carlos Mugica, una camiseta de la Villa 21-24 y –por algo le dicen El Cuervo– la tapa de la revista La tecla con Farro, Pontoni y Martino, la delantera del San Lorenzo campeón de 1946 y una placa en la que figura la votaciónn para que el estadio del club lleve el nombre de Papa Francisco. Al llegar, De Pedro saludó al Papa y le dijo que el arzobispo de Mercedes, Agustín Radrizzani y el sacerdote Jorge Bruno le mandaban saludos. “¿Nada más que saludos?”, preguntó Francisco. El diputado le entregó luego los salames que trajo desde Mercedes para satisfacer la demanda.
Así como Mercedes es la capital del salame, Berazategui es la del vidrio. Por eso, el intendente Juan José Mussi trajo varias escarapelas de ese material hechas en talleres de su localidad. Estaba muy conforme porque las había repartido entre la comitiva y todos las tenían en sus solapas.
El presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, el senador Aníbal Fernández, el intendente de La Matanza Fernando Espinoza, el ex vicecanciller Eduardo Valdés, el vicegobernador bonaerense Gabriel Mariotto y la periodista Alicia Barrios, amigos personales de Francisco, también fueron de la partida.
Barrios se acercó al Papa para entregarle una copia del discurso que Máximo Kirchner hizo en el estadio de Argentinos Juniors. “Le traigo esperanza, porque en la Argentina hay muchos jóvenes que nos dan esperanza. Y en el estadio lo vi a Máximo, no vi a su mamá ni a su papá, lo vi a él”, le dijo.
–Pero es de Racing... –bromeó Aníbal Fernández.
–No va a ser de Quilmes –le retrucó el Papa.
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