EL PAíS • SUBNOTA › ACTIVOS QUE SE OCULTABAN AL FISCO Y A LA FAMILIA
Una llamativa derivación de las cuentas ocultas en Suiza. La familia de un fallecido recién se enteró del depósito en el exterior por la denuncia de la AFIP. Pero no podrá recuperarlo.
› Por Raúl Dellatorre
Cuando se revela la existencia de una cuenta secreta en el exterior, no sólo el fisco queda expuesto como víctima de un perjuicio que hasta ese momento no conocía. Una de las evidencias que dejó la revelación de los más de 2600 millones de dólares depositados por argentinos en cuentas de la filial suiza del HSBC es que no sólo estaban ocultos a los ojos de la AFIP. Un ejemplo de ello es el de un empresario, ya fallecido, cuyo nombre apareció en el listado que el organismo fiscal presentó a la Justicia en noviembre, con un saldo en su cuenta helvética de 80 millones de dólares a diciembre de 2005. Así se enteró la familia de los suculentos ahorros que el hombre tenía en el exterior. Pero cuando sus hijos tomaron contacto con las autoridades suizas para reclamar el remanente de esos fondos, se encontraron con una nueva sorpresa: si el dinero no está legalmente declarado en su país de origen, Argentina, no hay derecho al reclamo.
El caso referido es el de un empresario llamado Roberto Ferreira, que en los 90 era titular de la representación de John Deere en Argentina. La empresa de tractores, como otras del rubro, había levantado su fábrica en el país para dedicarse a la venta de productos importados, que era lo que sugería como más conveniente el modelo de convertibilidad de Menem y Cavallo, perfeccionando el previo modelo de apertura implantado a sangre y fuego por la dictadura de Videla y Martínez de Hoz. Pero en 1998, Ferreira decidió vender la licencia de representación, y como resultado de dicha operación, y tras abrirse del negocio de la maquinaria agrícola, dispuso abrir una cuenta en Suiza, en la filial del HSBC, por 80 millones de dólares. Activo que no declaró en el país, sino que ocultó a través de una estructura legal armada por la firma Murphy and Frank Corp, especializada en el tema (aparece vinculada a varias de las cuentas del HSBC Suiza que ahora se conocieron), con sede propia en las islas Vírgenes británicas. Es decir, una off shore itself.
Al morir Ferreira, la existencia de esta cuenta no fue informada a sus deudos, que probablemente tampoco tenían conocimiento previo de la misma. Es decir, que permaneció a lo largo de 15 años tan oculta para el fisco como para la familia. Recién cuando la documentación sobre esas cuentas pasó a manos de la AFIP, remitidas por la Justicia francesa que a su vez la obtuvo del ex empleado del HSBC Hervé Falciani, empezó a cerrarse el círculo de la información. La verificación y reconocimiento de los involucrados le dio el primer resultado a la AFIP: se trataba de una persona fallecida. Pero una vez que se hizo pública la denuncia tras su presentación a la Justicia argentina, fue la familia del extinto la que tomó conocimiento de la existencia de esa cuenta. Lamentablemente para el grupo familiar, lo que de golpe aparecía como una millonaria herencia, resultó un activo inaccesible. Si la cuenta no estaba declarada en el país, no hay terceros que puedan reclamarla ante el banco ni la Justicia suiza.
Como se decía en las viejas novelas policiales, el delito no paga.
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