Vie 17.10.2003

EL PAíS • SUBNOTA  › EN EL CONGRESO, LULA HABLO DE POBREZA Y DEMOCRACIA

Hacer una región igualitaria

› Por Eduardo Tagliaferro

En los palcos del Congreso lo esperaban funcionarios del gobierno argentino, funcionarios propios, embajadores de varios países y una concurrencia como hacía mucho tiempo no se veía en una Asamblea Legislativa. Luiz Inácio Lula da Silva ingresó acompañado por la habitual comitiva parlamentaria que fue a recibirlo a la explanada del edificio. Primero había pasado su esposa Marisa. La casi totalidad de las 257 bancas del recinto de la Cámara de Diputados estaba colmada cuando el presidente del Brasil dejó de lado la lectura de su discurso y mirando de frente a su auditorio afirmó que “esta Casa, con sus contradicciones, con sus críticas y diferencias, es la principal garantía de que podamos ir a dormirnos tranquilos por la noche sin el temor de que un policía aparezca por las mañanas para llevarnos detenidos”.
En casi ningún momento Lula se apartó del protocolo. Su lectura fue en un tono casi inaudible. Podía percibirse un cierto cansancio en su voz. Sin embargo, sus últimas improvisadas palabras mostraron en pequeña dosis al orador que supo conquistar el corazón de los metalúrgicos brasileños primero y del resto de sus compatriotas después. En este pasaje afirmó que “posiblemente estemos viviendo el más importante momento en la relación entre ambos países”. Comentó la crisis que llevó a que tanto Brasil como la Argentina tocaran fondo. “Descubrimos que somos pobres, descubrimos que divididos no llegaremos a ninguna parte y que unidos seremos una potencia”, dijo. Luego esbozó uno de los grandes desafíos: terminar con la pobreza. Con todas las letras señaló que “no podemos esperar de brazos cruzados que los demás descubran que tenemos chicos con hambre. Es un problema nuestro”. Aquí volvió sobre la necesidad de actuar en conjunto y vaticinó que “un día próximo, nuestros chicos verán cómo se terminó con el hambre”. Además de su constante prédica por el fortalecimiento del Mercosur, la creación de un Parlamento común, Lula puso el acento en la construcción de una democracia social. Con todas las letras concluyó diciendo de ambos países que “somos un área de paz y tolerancia capaz de construir una sociedad igualitaria”.
Los aplausos fueron contundentes. En los palcos se pudo ver del lado argentino a los jefes militares de las tres Fuerzas Armadas, al ministro de Defensa, José Pampuro. A Lula lo acompañó una comitiva de legisladores y varios de sus ministros, entre ellos su principal asesor en política exterior, Marco Aurelio García. También dieron su presente el flamante embajador de Venezuela, Freddy Balzán, y el embajador de Cuba, Alejandro González Galiano.
El discurso de Lula también mostró una fuerte preocupación por la crisis boliviana. A diferencia de quienes infantilmente reclaman la ruptura diplomática, Lula abogó por una participación activa tanto de Néstor Kirchner como suya propia para “encontrar una salida pacífica y democrática en Bolivia”.
Concluido el discurso de Lula, algunos legisladores se mostraron exultantes mientras otros paseaban su escepticismo. “La verdadera unidad latinoamericana pasa por la distribución del ingreso y eso no se ve en ninguno de los países. Yo ya no me enamoro de nadie porque me divorcié dos veces”, fue el comentario de la líder del ARI, la chaqueña Elisa Carrió.
Sin ocultar su satisfacción, el bonaerense Mario Cafiero fue un paso más allá y reclamó la consolidación y ampliación del Mercosur. “Creo que todos los argentinos tenemos que sentirnos congratulados porque Lula ratifique los caminos de unidad de Brasil y la Argentina. Compartimos los mismos problemas de pobreza y dependencia, tenemos que ampliar las bases de sustentación del Mercosur. Venezuela hizo un pedido concreto de incorporarse, porque no le respondemos”, comentó.
El radical Leopoldo Moreau se mostró más que satisfecho con el discurso de Lula y aventuró que “quizás a comienzo del 2005 estemos en condicionesde tener un embrión del Parlamento del Mercosur”. El paso de Lula por el Congreso dejó su huella. Falta ver si los parlamentarios argentinos acompañan con sus leyes y sus votos la ruptura del modelo que llevó a la peor relación diplomática entre ambos países.

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