EL PAíS
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Zaffaroni
En el catamarán que navega por el Lago Argentino hacia el Glaciar Perito Moreno y su ventisquero, el joven capitán indica a sus inusuales pasajeros los lugares dignos de atención, cuenta de las vacas salvajes que se esconden en la vegetación y de los pumas en celo que cruzan las frías aguas a nado. De espaldas al timón se comenta en ronda la primera declaración del flamante juez de la Corte Suprema de Justicia Raúl Zaffaroni, quien anunció que a diferencia de sus colegas él pagará el impuesto a las ganancias. Alguien comenta, con simpatía: “Es un provocador”. Alguien agrega: “Si no, no hubiera llevado a Jacobo Grossman a la audiencia de confirmación”. Néstor Kirchner interviene: “Todo el proceso de designación ha sido de una transparencia sin precedentes. Nunca antes se pudo analizar de ese modo a un juez de la Corte, cada uno dijo lo que tenía que decir, nadie se quedó con nada en el tintero”. La senadora Cristina Fernández de Kirchner agrega: “Se habla mucho de garantismo, pero Zaffaroni hizo una demostración práctica”. Cita la brillante intervención del senador Jorge Yoma: “Si vamos a discriminar a alguien que se rehabilitó, que es la finalidad tan pocas veces lograda del sistema penal, mejor implantemos la pena de muerte”. Alguien dice que Zaffaroni “nos dio una lección a todos”. El presidente de la Cámara de Diputados Eduardo Camaño comenta: “Yo no me hubiera presentado con Grossman en el Senado”. Un coro no premeditado le responde: “Yo tampoco”. Alguien concluye: “Ninguno de nosotros lo hubiera hecho. En eso consistió la lección que Zaffaroni nos dio”.
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