Dom 17.05.2015

EL PAíS • SUBNOTA

Genio y figura

› Por Horacio Verbitsky

Que a los 97 años alguien no sepa en qué día vive y a veces ni recuerde su nombre es por completo comprensible. Más inquietante es que lo mismo le ocurra a alguien de 18 años. Vale la pena recordar esta historia, porque se trata de la misma persona.

En 1996, dos años después de la reforma constitucional que puso un límite de 75 años para el desempeño como juez de tribunales federales, se publicó en Buenos Aires el libro El nombre. Un atributo de la personalidad. El derecho de los padres a elegir el nombre de sus hijos. El complejo diseño de su portada incluyó como declaración de principios o aspiraciones una corona real, una mitra episcopal, castillos feudales, flechas, cañones, cruces y espadas.

La obra repasa la evolución histórica del nombre, desde la Biblia en adelante, y su interés jurídico, nacido recién con la Revolución Francesa. El nombre que daban los judíos a sus descendientes, dice, “debían llevarlo siempre, pues sólo Dios podía cambiarlo”. Al revisar la legislación argentina menciona la ley de 1969 según la cual si los progenitores lo piden, el niño podrá usar “el apellido compuesto del padre o el materno”. La misma solicitud la podrá formular el interesado al cumplir los 18 años. Ningún artículo de la ley contempla el uso del apellido de la abuela materna.

El moderado interés jurídico del trabajo se compensa con el innegable aporte que significa como material para un estudio de caso. La partida de nacimiento del autor, inscripta en el Folio 66 del Tomo 37 del Registro Civil de la ciudad de Salta, lo identifica como Carlos Santiago Moisés, y permite reconstruir la historia familiar:

- Fayt es el apellido de la abuela, Felisa Fayt, quien se casó con Santiago Moisés.

- El hijo de ambos se llamó Emilio de nombre, Moisés de primer apellido y Fayt de segundo.

- Tenía 24 años cuando, de su matrimonio con Sara Pérez, nació Carlos Santiago Moisés, el 1º de febrero de 1908.

- Dieciocho años más tarde, ante la oficina enroladora de Villa Urquiza, el apellido Moisés se transmutó en segundo nombre del padre, y el flamante ciudadano ingresó a la vida adulta con el apellido de la abuela como Carlos Santiago Fayt.

Establecido el derecho de los padres a elegir el nombre de sus hijos, sería interesante conocer también el origen histórico y el fundamento jurídico del derecho de los hijos a elegir el nombre de sus padres. La partida de nacimiento, que se reproduce en esta página, y su transmutación en el enrolamiento me fueron suministrados por Martín Carrasco Quintana, el colega que cubrió para el diario La Nación el juicio de 1985 a los ex Comandantes y que allí no podía publicarlos. Ninguna comisión investigadora intentó establecer si esa anotación constituyó una falsedad ideológica en un documento público.

Al enrolarse, en 1936, escondió el Moisés y se renominó Fayt, el apellido de la abuela.
El bebé que nació en 1918 fue inscripto como Carlos Santiago Moisés.

Nota madre

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