Hay quien define como un gesto de altruismo constructivo la renuncia del diputado Francisco de Narváez a su precandidatura. No es muy creíble la lectura, entre otros motivos porque el “Colorado” es el único que la postula. Las formas describen al fondo: la hizo solito, subrayó que lo decidió por su cuenta, se autoelogió en Twitter.

Por ahora no se sabe si fue una movida concertada con su presunto referente nacional, el diputado Sergio Massa. Tal vez se develará en unos días. Lo comprobable, al cierre de esta nota, es que De Narváez estaba estancado en las encuestas y que la agresión cometida días atrás, amén de otras consideraciones éticas, resintió su imagen y sus chances.

Sería exceso de severidad centrar el reproche en el individualismo o en el personalismo de De Narváez.

La inminencia de los cierres de alianzas y candidaturas acelera una cantidad pasmosa de transfugueadas, cambios de camiseta, búsqueda del mejor destino sin atender a orgánicas ni a pertenencias.

Flojo mensaje general, tanto individualismo en el aire. Seguramente merecerá un abordaje más puntilloso cuando se conozcan las listas.

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Un ex corredor de Fórmula Uno, un político parco hasta el laconismo, un protagonista solitario por antonomasia es flojo prospecto para contradecir la tendencia. El senador Carlos Reutemann, fiel a su idiosincrasia, emitió dos gestos y algunas palabras concordantes con el contexto.

Primero marcó distancia respecto de la candidatura de su aliado Miguel Del Sel a la gobernación santafesina. Expresó cautela, elogió a uno de los rivales del cualunquista del PRO, el peronista Omar Perotti (Frente para la Victoria).

Horas después el jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri confirmó que “Lole” será candidato a senador en su provincia de la mano del PRO. Tal vez era ése el efecto buscado por Reutemann, tal vez pensó en los votantes peronistas que se dividen entre el FpV y Del Sel.

Como fuera, corrió solo, para variar.

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Es complicado armar una “polla” sobre qué hará Massa. Las posibilidades de obrar son varias, el escenario cambia todos los días. Quienes lo denostaban ayer, los radicales conducidos por el senador Ernesto Sanz, quieren sumarlo a la interna abierta más dispersa de la historia. Quien fuera su aliado, De Narváez, da un paso al costado. Los intendentes que creían que el tigrense era el motorman del tren de la Victoria, se apean con la formación en movimiento.

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Macri parece estar convencido de que le conviene evitar coaliciones, consolidando su perfil PRO, sin “contaminarse”. Tal es su entusiasmo que habla como un político, por una vez. Cuestiona al Círculo Rojo: “No saben nada de política”. El rol, de improviso, condiciona el discurso. Este cronista evocó al ex superministro Domingo Cavallo cuando para defender sus acciones durante el gobierno de la Alianza puso en la picota a los fondos buitre y a los “mercados”. Señaló sus oscuros intereses, la lógica interesada de sus análisis y dictámenes. Fue, pocos lo recordarán, el primer alto funcionario en ejercicio que mentó a los buitres.

No todo es ideología en la vida, las necesidades de coyuntura también cuentan.

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Los pronósticos se tornan difíciles. El sociólogo y consultor Eduardo Fidanza escribió ayer en La Nación: “A esta hora no se sabe si la oposición llegará a un acuerdo. Tampoco si ese acuerdo servirá”.

La modestia del observador es buena consejera, cuando pinta bien la incertidumbre y la relativa impotencia predictiva de los protagonistas, consejeros o augures.

La niebla se irá disipando con cuentagotas. Sin arriesgar su patrimonio, el cronista intuye (pero no apuesta) que habrá más “renunciamientos”, de personajes o de partidos.