EL PAíS • SUBNOTA
› Por Raúl Kollmann
En el más absoluto silencio, la Procuración, que encabeza Alejandra Gils Carbó, firmó un convenio de colaboración con el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), que lidera Luis Fondebrider, para que intervenga en la investigación AMIA. El EAAF es considerado un líder mundial en identificaciones de cuerpos e investigaciones de graves hechos penales. Fue elegido por los padres de los estudiantes de Ayotzinapa, México, para que sean los árbitros en la investigación de la desaparición de los 43 jóvenes en 2014. El EAAF participó de la investigación de los restos de Ernesto Che Guevara y trabajó en las exhumaciones de Salvador Allende, Pablo Neruda y Joao Goulart. Justamente, una de las mayores críticas a la investigación encabezada por Alberto Nisman es que nunca se trabajó científicamente sobre la base de los restos.
A priori, los desafíos son variados:
n Los restos de las víctimas del atentado están enterrados en el cementerio israelita de La Tablada y las víctimas no judías en otros cementerios. Pero, además, se enterraron en La Tablada varias bolsas de restos sin identificar. Allí seguramente hay material que deberá ser analizado.
n La investigación oficial, capitaneada por Nisman, concluyó que el atentado fue cometido usando una camioneta-bomba y que hubo un suicida, un libanés llamado Ibrahim Berro. El fallecido fiscal viajó a Chicago y les tomó declaración a los hermanos de Berro, Abbas y Hassan, residentes allí y aportados al expediente por Estados Unidos. En algún momento, el fiscal dijo que se tomaron muestras para hacer un ADN, pero eso nunca se concretó. Es una manera científica de comprobar la hipótesis de que Berro fue el suicida.
n También Nisman mencionó que había unos pocos rastros genéticos en una alfombra y pedales de la Trafic. El fiscal sostuvo que no se podían analizar porque el material era insuficiente. Según afirma Fondebrider, no hay comparación entre los estudios genéticos que se hacían en 1994 y los que se pueden hacer hoy: con muchísimo menos que una gota se pueden lograr resultados extraordinarios.
n A los familiares de las víctimas de la AMIA nunca se le pidieron muestras para hacer estudios de ADN comparativos con los cuerpos encontrados. Esto podría permitir que se haga un estudio de la existencia o no de alguien ajeno a las víctimas, en teoría el terrorista o suicida.
n Por último, el EAAF ha trabajado en una técnica –todavía poco desarrollada– que permite saber de qué zona del globo provino una víctima. No se puede identificar el país, pero sí la zona. Esto también podría ayudar a saber si hubo o no un suicida.
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