Durante la administración kirchnerista la Gendarmería fue apostada en los lugares complicados de la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense. Se la dotó de vehículos y casi se duplicó la cantidad de efectivos. Hoy, con la orientación de Washington, que insiste en que la prioridad es el narcotráfico, los gendarmes fueron enviados a la frontera. “Piense que hay 9.000 kilómetros de fronteras y que ni Estados Unidos puede controlar la suya”, le dijo a este diario un reciente jefe de la fuerza. “Una frontera ya no se controla con hombres, sino con tecnología. Y parece claro que acá habrá un gran negocio comprando la tecnología en Estados Unidos y los países aliados”.

Los reclamos hoy de los efectivos comunes es que ya no tienen los viáticos que tenían cuando estaban en la zona metropolitana, pero sobre todo que han sido relegados a un papel menor. “La Gendarmería en la frontera, con las actuales condiciones, se marchita. Los vehículos están deteriorados, no hay posibilidad de controlar los kilómetros de frontera sin elementos”, argumentan.

Una idea que impulsó el anterior gobierno fue la construcción de los radares en el INVAP y la ex ministra Garré insistía en que Argentina debía producir drones, casi como prioridad. Hoy por hoy ya se firmaron acuerdos en Estados Unidos y se habla de una enorme provisión de helicópteros y material técnico destinado a la seguridad. Desde ya que habrá centenares de millones de dólares moviéndose hacia el norte y centenares de uniformados viajando a recibir entrenamiento en territorio norteamericano o en los países aliados de Washington.