Hay varios tramos del fallo en los que el juez Daniel Rafecas se detiene a analizar cómo podría acusarse al ex canciller Héctor Timerman por encubrimiento. La base de la denuncia de Alberto Nisman fue el texto del Memorandum y 300 conversaciones entre Luis D’Elía, Fernando Esteche, Alan Bogado y el dirigente pro-iraní Yussuf Khalil. Rafecas señala que “en todas esas escuchas no aparece ni una sola mención, una sola gestión, una sola referencia, una sola participación ni del entonces canciller ni de ningún integrante de esa cartera. No hay una sola vez que la Cancillería aparezca envuelta en eso que Nisman denominó diplomacia paralela de facto. Pero eso no fue lo peculiar –insiste Rafecas–. Lo peculiar fue que cada vez que esos personajes hablan entre sí respecto de Timerman no hacen más que denostarlo, despreciarlo, discriminarlo como judío de mierda y criticarlo. Si hay algo que surge de las escuchas es que Timerman no era un aliado sino el rival a vencer, había que torcerle el brazo”. Rafecas resalta, respecto de la imputación por encubrimiento, que “para colmo, se hace respecto de un canciller de origen judío, con una larga e intensa trayectoria en los ámbitos comunitarios, sin ir más lejos, este Magistrado fue testigo, en abril de 2014, en Yad Vashem, Jerusalén, Estado de Israel (adonde fui invitado a dictar una conferencia), del momento en el cual el Presidente y el Primer Ministro israelíes –Shimon Peres y Benjamin Netanyahu– eligieron al Canciller Timerman para que los acompañe en un acto recordatorio de las víctimas de la Shoá”.