EL PAíS • SUBNOTA › UN ENSAYO ELECTORAL CON RESULTADO A TRES PUNTAS
› Por Raúl Kollmann
Dos de las consultoras –Hugo Haime y Asociados y Poliarquía– hicieron algún tipo de simulacro sobre cuál sería el resultado de una confrontación electoral entre Elisa Carrió (Cambiemos); Cristina Kirchner (Frente para la Victoria) y Sergio Massa (Frente Renovador). Poliarquía habla de un triple empate. Haime no quiso hacer público el resultado, pero trascendió que tiene un empate entre CFK y Massa, con Cambiemos algo más atrás. Como es obvio, se trata de escenarios trazados muy prematuramente, pero ya se exhiben las miradas puestas en la elección de 2017. Un punto clave es el nivel de unidad que puedan lograr las fuerzas peronistas. Nadie piensa que todos los que se reivindican peronistas puedan ir en una sola lista, pero habrá que ver si el nivel de dispersión es grande o no.
“Poliarquía acaba de cerrar una macro encuesta de 14.000 casos en el Gran Buenos Aires, un territorio históricamente adverso a los gobiernos no peronistas”, revela Eduardo Fidanza. “El diagnóstico electoral preliminar que se desprende de allí es que la torta está repartida en tres porciones, entre el Gobierno, Cristina y Massa. Ese resultado no constituye una novedad, sino más bien la confirmación de un dato estructural que la coalición de gobierno tiene que remontar: desde hace años el peronismo reúne dos tercios de los votos en la provincia de Buenos Aires. Si María Eugenia Vidal pudo ganar allí fue por una conjunción excepcional de circunstancias: la impopularidad de Aníbal Fernández, su propio carisma y la división del peronismo. Estos son los datos que habrá que monitorear, entonces: la calidad de las candidaturas, el consenso al interior de los partidos o coaliciones y, por cierto, la marcha de la situación económica, que si es favorable ayudará al gobierno y que si es adversa lo perjudicará, casi decisivamente”.
Para Ricardo Rouvier “el gobierno tiene una situación minoritaria a nivel legislativo y necesita revertirla. Hay que ver si el oficialismo puede usar como eje de campaña la cuestión económica o solo se centralizará en presentarse como una etapa mejor a la anterior, focalizando su mensaje negativo en relación a la herencia. Este último mensaje ya se va debilitando”.
“El otro espacio que contribuye al escenario electoral es la fragmentación del peronismo. La necesidad de unificación para agregar consensos, determina que haya un flujo horizontal en las conversaciones entre las diversas unidades de poder: Cristina y el Kichnerismo; el PJ, los grupos Esmeralda y Fénix, el movimiento Evita y otros, la CGT/CTA y el Frente Renovador. Es imposible pensar en una alianza de todos, pero sí de algunos que intentarán presentarse en forma competitiva en el próximo turno electoral. Mientras algunos se alejan del kichnerismo otros como Scioli intentan ser bisagra entre el peronismo y el kichnerismo, tratando de restaurar la unión que dio sus frutos entre el 2003/15. No hay que descartar de que en algunos distritos como la Provincia de Buenos Aires, se intente que el PRO abra una puerta hacia intendentes peronistas que no encuentren satisfacción en las otras alternativas. Pero, esta jugada tiene sus inconvenientes funcionales por la oposición del sector más antiperonista de Cambiemos; o por la decisión protagónica de los poderes locales”.
Para Roberto Bacman, una clave está en la oposición. “Un peronismo dividido en tres partes (FpV o kirchnerismo, PJ no kirchnerista y Frente Renovador o massismo) implica, ni más ni menos, que una ventaja competitiva fundamental para Cambiemos. Es cierto que faltan once meses para la elección, pero no es tanto tiempo. Y este comicio de medio término será crucial para el actual oficialismo: la gobernabilidad está en juego y el síndrome del pato rengo para transitar los dos últimos años de gestión, pende sobre Cambiemos cual espada de Damocles.. Aunque será una contienda que se librará en la totalidad del territorio nacional, tendrá su epicentro en la madre de todas las batallas: la provincia de Buenos Aires. En tal dirección, el principal desafío para este gobierno consiste en que la economía mejore y prospere, y de tal modo demostrarle a los argentinos que el cambio propuesto valió la pena. Es evidente que el relato basado en la pesada herencia recibida de cara a los próximos comicios no será suficiente: la gente necesitará un próximo año de hechos concretos. Esa es una clave. La otra, para Cambiemos, es la división del peronismo”.
“En las elecciones de medio termino –afirma Hugo Haime– los electores por lo general o buscan fortalecer el gobierno en el parlamento o debilitarlo. Si la gente vota por debilitar al gobierno, eso puede expresarse de dos modos. O a través de una oposición totalmente confrontativa o a través de una alternativa opositora, no de tanta confrontación, que garantice gobernabilidad, pero que a su vez alerte de que el camino elegido no es el correcto. Entonces si bien falta casi un año para el proceso electoral, podemos prefigurar hoy claramente tres posiciones. Un oficialismo que intentara conservar los votos obtenidos en primera vuelta (alrededor de 30 por ciento) e intentara dividir a la oposición. Una oposición confrontativa constituida por sectores del kircherismo y de la izquierda –los que no suelen ser aliados electorales– y un amplio arco de dirigencia que planteara la necesidad de un voto de control que le dé una alerta al gobierno de que el camino emprendido es erróneo pero que a su vez garantice acuerdos parlamentarios que reafirmen la gobernabilidad. Esta tercera posición hoy aparece expresada por un arco no homogéneo en donde se expresa el Frente Renovador de Sergio Massa, el GEN de Margarita Stolbizer, el bloque peronista de Diego Bossio, gobernadores e intendentes del peronismo no K, el socialismo en sus distintas vertientes, entre otros. Demasiado hay en juego y falta demasiado tiempo como para definir con claridad porcentuales electorales”.
Artemio López es categórico: “Se van consolidando tres espacios electorales a nivel nacional con tres liderazgos definidos: Mauricio Macri, Sergio Massa y Cristina Kirchner. Mauricio Macri y Sergio Massa compiten dentro de un espacio electoral común y está claro que la caída de imagen del presidente es capitalizada hoy por el diputado renovador de manera privilegiada. Por otra parte, el electorado que acompaña a Cristina Kirchner que supone un treinta por ciento de los electores nacionales, constituye un núcleo duro que permanece inalterado a pesar de la grosera campaña mediática en su contra y la notable persecución judicial que sufre la ex presidente. Predecir la dinámica electoral en vista al año 2017 hoy es una tarea imposible. Sin embargo sí hay un indicio fuerte respecto a la evolución futura de los tres liderazgos nacionales predominantes. Si se estabiliza la situación inflacionaria y el país retoma el crecimiento, la figura de Mauricio Macri está hoy aún con el suficiente nivel de popularidad para predominar sobre el resto. Si la situación económico-social empeora pero sin mayores sobresaltos, de manera administrable, la figura de Sergio Massa parece ser la que mejor capacidad de capitalizar esta situación manifiesta hoy. Si por el contrario, la profundización de la crisis socioeconómica toma velocidad y profundidad, es el liderazgo de Cristina Kirchner el que toma ventaja sobre el resto. El juego está en pleno desarrollo y el final, abierto”.
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