EL PAíS • SUBNOTA › LA ORGANIZACION PARA VENCER EL MIEDO
› Por Ailín Bullentini
El punto de encuentro fundacional fue una sala grande en la oficina de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre. “Corrientes 785, quinta puerta”, repite de memoria Graciela Lois. La invitación había circulado en forma de “papelito escrito a máquina”. Anónimo. “No era fácil dar ese paso: ir a un lugar cerrado sin saber quién estaría, en plena dictadura. Todos teníamos susto”, apuntó. El susto pasó rápido. Casi que se sublimó en el trabajo grupal. “Suponemos que nos espiaban, que intentaban saber quiénes éramos y qué hacíamos. Pero en esos tiempos ¿qué nos quedaba? Los que eran padres, los mayores, ¿qué alternativa tenían? ¿Más peligro que el de haberse llevado a sus hijos? El peligro estaba en todos lados”, asegura la dirigente. Familiares sufrió secuestros y lucha por desapariciones entre la nómina de sus fundadores. Pero “no había mejor forma de seguir que estando juntos. Logramos construir un grupo homogéneo a partir de muchas heterogeneidades. Festejábamos los cumpleaños, nos juntábamos todas las semanas a comer. Lilia y Lucas ya no tenían hijos. Lita tampoco…. Construimos una familia en la lucha. Compartimos los días, el mate, las penas, los nacimientos”.
Los registros de los “casos” fueron el primer procedimiento que pusieron en práctica. Las denuncias de quienes se acercaban a “Corrientes 785 quinta puerta” eran recibidas por integrantes de la organización en unos formularios “muy parecidos” a los que usan hoy. También recomendaban a los denunciantes presentar hábeas corpus. Las misas y las cartas eran las otras “estrategias” principiantes: “Escribir cartas de puño y letra haciendo conocer la situación de cada uno. Todos escribíamos cartas a todos los que se nos ocurriera. Políticos, Iglesia, periodistas, funcionarios”. El “antes y el después” en el proceder de Familiares “lo marca Cata (Catalina Guagnini), con su experiencia política trotskista muy amplia, su capacidad organizativa y sus relaciones con el periodismo”, recuerda Lois. Guagnini tenía a sus dos hijos desaparecidos. Diego y Luis, que era periodista. Ella propuso apostar a difundir los efectos de la dictadura a la prensa internacional e ideó la primera solicitada que trató el tema, que salió publicada en La Opinión. Ese mismo año, emprendieron viajes a diferentes puntos del país para “incentivar a que en cada punto se armen comisiones”. Y lo lograron.
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