EL PAíS • SUBNOTA › UNA PLAZA FEMINISTA
› Por Sonia Tessa
Desde Rosario
La plaza San Martín, frente a Gobernación, era un hervidero. No cabía un alfiler pero aún así seguían llegando mujeres con sus pañuelos verdes para participar de la Mesa de Feminismos Latinoamericanos y otras que simplemente iban a pasear entre los puestos de agrupaciones políticas, vendedoras de fanzines, de ropa, de artesanías, de bijouterie, de calcomanías. El mediodía era testigo de abrazos, encuentros, risas a pleno sol. El lugar del encuentro era también para compartir una cerveza, unos mates y charlas mientras en cada rincón de la plaza había una propuesta distinta. Cada espacio del pasto estaba tomado por chicas que querían pasar la siesta al sol, y en los puestos de venta había cola. La plaza feminista este año derrochó color.
Insurrectas, rebeldía, feministas, tortas, disidentes, clítoris eran las palabras que se repetían en los stands, en cada manta. Libros de teóricas se mezclaban con fanzines de activismo gorde, mientras una rosarina andaba por la plaza convertida en un puesto de bijouterie ambulante. Aros con los colores del arco iris eran parte de la oferta. “Estoy allá con un paño, pero prefiero salir a mostrarlo así”, decía Silvina con exhibidores en sus dos manos. Muy cerca, una vendedora de ropa llegada por primera vez al Encuentro desde Córdoba tenía un cartel: “Recibo Visa”. “Ni dios, ni patrón, ni marido”, prometía una remera desde la percha de otra vendedora.
“¿Ya habló la activista kurda?”, preguntó una rezagada recién llegada a la radio abierta de la Red Nosotras en el Mundo, mientras Liliana Daunes, coordinadora de la mesa de Feminismos Latinoamericanos, caracterizaba la avanzada conservadora en la región y la necesidad de coordinar la resistencia.
Escuchar se combinó con abrazarse y conversar con otras de distintos lugares del país. Un rato después se rezó la oración por el aborto legal. “Líbranos de la autoridad del padre, del hijo y del espíritu santo para que seamos lo que decidamos por nosotras”, decían al unísono las asistentes, sentadas sobre el piso, en un momento milagroso. Un rato después, las feministas mexicanas contaban que viven “una guerra en el país, organizada por el estado terrorista”.
Bien al lado, la carpa de la Campaña Nacional por el Aborto Legal, seguro y gratuito recibía consultas, y repartía los cantos preparados para la marcha de la tarde. Un poco más lejos, sobre un árbol, un cartel escrito a mano decía “La violencia hacia las mujeres es parte del ajuste”. Sentada al lado, Elena, una cartonera de 76 años de La Plata disfrutaba con chicas recién conocidas de Humahuaca su primer encuentro. Las que venían desde Jujuy habían viajado 18 horas para llegar con el objetivo de participar del Encuentro y vender sus artesanías. Quitapenas, zapatillas y tejidos multicolores eran algunos de los productos desplegados sobre una manta en el piso. “Este año hay más vendedores que nunca, hay que pelear el precio”, contó una de las vendedoras. Muy cerquita, un joven ofrecía dvd con un documental sobre “Agronegocios y megaminería”. En cada metro cuadrado había un encuentro con amigas, compañeras, que prometía prolongarse en charlas.
Con el rélax de un domingo al mediodía, algunas llegaban y otras se iban a seguir debatiendo en talleres. Megáfono en mano, una mujer arengaba en la carpa de un partido sobre el efecto del ajuste en la vida de las participantes al Encuentro. Tiradas en el piso, las asistentes la escuchaban y asentían, mientras circulaba el mate. Es que lo mejor del encuentro son esos espacios de intimidad compartida que ayer la plaza cobijó al sol.
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