EL PAíS • SUBNOTA
Alikita tiene 16 años, la edad que tenía Lucía Pérez cuando hace dos semanas fue drogada, violada y asesinada en Mar del Plata. Alikita es hija de Alika Kinan, una sobreviviente de la trata, que por primera vez en el país asumirá el papel de querellante contra sus proxenetas, además de intentar un reclamo civil por los daños sufridos, en un juicio que comenzará a principios de noviembre en Ushuaia, donde estuvo cautiva en un prostíbulo durante años. La vida le enseñó muy de golpe a Alikita las consecuencias de la violencia machita. La sufrió su mamá en el burdel. Y ahora ella, con su voz adolescente, y su cuerpito esmirriado, arenga a sus compañeras para que se sumen a la causa. A varias las llevó a la marcha que se hizo el miércoles por las calles de la capital fueguina. También fueron profesoras suyas del colegio Don Bosco, donde cursa 3° año. “Algunas de mis amigas no sabían lo que le había pasado a Lucía. Yo les conté”, dice a este diario, mientras se prepara para ir a “un 15”. Es viernes.
–¿Para qué pensás que puede servir todo ese movimiento que se expresó en el paro de mujeres?
–Para hacernos ver el problema y que el Estado pueda hacer algo. Pudimos convertir toda nuestra tristeza en una gran energía para luchar contra los femicidios. Fue precioso lo que vivimos el miércoles. La movilización me llenó de orgullo.
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