EL PAíS
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Basta de derrotas
Por Alicia Pierini *
Hay películas que ya vimos, por eso sabemos cómo terminan. Repasémolas:
- Película 76/83: ningún militar vio a los desaparecidos ni sabe qué pasó. La obediencia debida los exculpa. Los mandos defendían a la patria de la subversión apátrida.
- Película Plaza de Mayo 20–12–01: nadie sabe qué pasó, ni quién dio la orden de reprimir. La policía alega cadena de mandos. Los mandos alegan el deber patriótico de resguardar la Casa Rosada a punto de ser copada por los violentos, según informes de inteligencia.
- Película Tablada 23–1–89: alguna inteligencia que anunció levantamiento mandó al muere a los que le creyeron.
- Película Juicio a las Juntas (1985): juzgamientos emblemáticos según código penal haciendo caso omiso de las causas político institucionales. Circunscripto a 9 ex comandantes. Para los demás: obediencia debida. Finalmente Videla fue condenado por 19 homicidios -.no obstante los 30.000–, nada por delito de sedición, nada por lesa humanidad. Y más finalmente aún, indultado por razón de Estado.
Estas películas que ya vi no querría volver a verlas. Para esclarecer la masacre del 20 de diciembre en la Ciudad, quiero toda la verdad, no sólo una parte.
La verdad que necesita la jueza es sólo la necesaria para calificar ilícitos y asignar responsabilidad penal. Pero la verdad sobre las causas y el contexto va más allá de la cuestión jurídico–penal. Surge del proceso penal, pero necesita otra lectura.
La verdad para condenar a uno o cien policías no es exactamente la misma que la que hace falta para transformar a la institución policial, y esa transformación es la única garantía de que nunca más vuelva a ocurrir.
No sólo hay que terminar con la impunidad, también tenemos que preguntarnos ¿cuál es el funcionario garante institucional de los derechos de las personas: el jefe operativo, el jefe institucional, el jefe político, o todos los que tenían atribuciones suficientes para ello? ¿Puede alegarse cadena de mandos u obediencia debida para incumplir las normas básicas sobre empleo de armas de fuego luego de 18 años de vigencia democrática? Si la institución policial preserva el orden público con “unidades de combate”, ¿contra quiénes se preparan para combatir? Cuando un político de alto nivel recibe “informaciones”, ¿es tan ingenuo que no sospecha de su veracidad ni las confronta con otras fuentes? ¿Cómo puede suponerse plausible una “interna” como explicación de una masacre? Hay mil preguntas más que requieren respuesta, además de saber quién mató a quién y cómo se lo penalizará.
Hace treinta años cantábamos la marcha de la “bronca porque matan con descaro, pero nunca nada queda claro”. Era la dictadura. Después los gobiernos democráticos capacitaron a las fuerzas de seguridad hasta el cansancio en derechos humanos y tuvimos la paciencia de esperar que se autodepuraran. Parece haber sido inútil. Por eso la masacre del 20 de diciembre despierta una nueva bronca. Porque es una derrota de la democracia. Si, además, llegara a ser en vano, y no quedara TODO aclarado, sería otra derrota más.
* Legisladora de la Ciudad (PJ).
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