EL PAíS
• SUBNOTA › GABINETE, GOBERNADORES, ONG Y JEFES MILITARES EN EL SALON BLANCO
Una foto que da inicio a la película
› Por Diego Schurman
Una cosa es la película y otra la foto. El ambicioso plan de seguridad lanzado ayer por el Gobierno debe atravesar un largo derrotero antes de poder implementarse. Y el tiempo será, en definitiva, el que responderá sobre su real eficacia. Pero la imagen que ayer devolvió el Salón Blanco de la Casa de Gobierno, con asistencia casi perfecta de la “institucionalidad” argentina, consolida la figura del presidente Néstor Kirchner, quien ayer recuperó la iniciativa política luego de unas semanas de aparente desconcierto.
Presentado así, la foto no aparece como un elemento estático sino más bien movilizador y definitivamente crucial para garantizar el desarrollo de la película. Por decirlo de otro modo: sin la presencia de todo el gabinete nacional, los gobernadores, autoridades judiciales, legislativas, de las Fuerzas Armadas y hasta organizaciones no gubernamentales se volvería imposible poner en marcha un cambio de la envergadura del que se anunció.
Kirchner auguraba esa foto por varios motivos. Uno personal, ineludible: después de su larga convalecencia en Río Gallegos, y las críticas que se suscitaron por la manera en que se informó la evolución de su gastroduodenitis, el Presidente necesitaba mostrarse en acción, vivito y coleando. La enfermedad, la marcha convocada por Juan Carlos Blumberg, o las nuevas encuestas que hablan de una caída –leve, pero caída al fin– de la popularidad se habían convertido en argumentos recurrentes a la hora de cuestionar la dirección del Gobierno y hasta lo que el común de la gente conoce como “estilo K”.
No hay que olvidar: si bien Kirchner apuntó hacia las “corporaciones”, las zancadillas más evidentes las recibió del seno del justicialismo. Los episodios de la ESMA y del congreso partidario blanquearon el enfrentamiento entre Kirchner y José Manuel de la Sota. Y por eso no fue extraño en estos días el papel de “auxiliar” que asumió Eduardo Duhalde para ayudar a que no hubiera ausencias en la Casa Rosada.
Así como el ex presidente marcó el teléfono de León Arslanian para que asumiera como ministro de Seguridad bonaerense, hizo lo propio con el de algunos mandatarios provinciales para bajar el nivel de tensión que se evidencia con algunas líneas kirchneristas. Duhalde y Cristina Kirchner se comunicaron en varias oportunidades la última semana.
La foto de ayer evidentemente le puso freno –abortó en algunos casos, desdibujó en otros– a un cúmulo de conjeturas, partidarias y del propio seno del Gobierno.
Ejemplos sobran: ahí estaba De la Sota, más bronceado que nunca, y lejos de la chicana con la que días atrás atosigó al Gobierno, asegurando que las políticas de seguridad no debían ser limitadas a la provincia de Buenos Aires.
Después de aquella solicitada crítica hacia los organismos de derechos humanos –que también firmaron Jorge Obeid, Carlos Verna y Felipe Solá– y las posteriores declaraciones con música tan parecida a la de la dictadura, De la Sota se mostró muy orondo en un mismo espacio físico con representantes de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora.
Allí también estaba Gustavo Beliz, el ministro de Seguridad y Justicia, a quien días atrás el rumor puso más cerca de la renuncia que del papel del gran arquitecto de una revolución en materia de prevención.
Y también se mostró José Pampuro, el ministro de Defensa, quien produjo una sorda crisis en el Gobierno por barajar con Arslanian la posibilidad de una ayuda militar que excediera la logística. No por nada Kirchner aclaró en su discurso que se respetarán a rajatabla las leyes de Defensa y Seguridad Interior y que ningún militar estará abocado a tareas que son propias de las fuerzas de seguridad.
Una cosa es la película y otra la foto. Esta le devolvió a Kirchner el carácter de conductor, consolidó el tema de la seguridad en una cuestión de Estado, y logró desviar la atención de la gente –tan pendiente de la salud de Maradona– hacia una preocupación que lidera cualquier sondeo de opinión. Ahora falta ver cómo se desarrolla la película.
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Una foto que da inicio a la película
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