Fueron cuatro días de mucha actividad de una gira no oficial. Cuatro días entre Nueva York y Washington plagadas de anécdotas que dan cuenta de la vida cotidiana de los funcionarios argentinos que acompañaron al presidente Kirchner.
u Bielsa, el galán. Miércoles 5 de mayo. La comitiva presidencial esperaba en la puerta del hotel Península a que saliera Kirchner para cenar. El canciller Rafael Bielsa, el gobernador Busti y los diputados Argüello y Díaz Bancalari más los senadores Puerta y Castillo conversaban animadamente. Eran suficientes como para estorbar el desplazamiento de la gente sobre una angosta vereda. Así, llegó hasta ellos una cinquentona muy bien vestida y bien proporcionada. Se paró ante los hombres y antes de que le cedieran el paso les dijo en inglés: “¿Qué está pasando que hay hombres tan buenos mozos?”, dijo mientras pasaba entre ellos repartiendo sonrisas a diestra y siniestras. Funcionarios y legisladores mudos. Hasta que uno de ellos miró a Bielsa para decirle: “Lo dijo por vos, Rafael”. Todos largaron una carcajada logrando sonrojar al canciller.
u Los codos del servicio secreto. “Step back” (Retroceda). Fue la frase que repetían y sin incluir el “por favor” los agentes del servicio secreto norteamericano, responsable de la custodia de Kirchner, cada vez que el Presidente salía a la calle. Los siempre pulcros efectivos son de veloz reacción y esperan que ante sus órdenes todos actúen en consecuencia, de lo contrario ponen en funcionamiento sus brazos y, sobre todo, sus codos. Varios de los cronistas argentinos que cubrieron la gira presidencial pueden dar testimonio de ello.
u Persiguiendo a Mr. President. Jueves 7 de mayo. Kirchner en Washington. El Tango 01 aterrizó en la base militar Andrews, donde lo estaban esperando los autos en que se trasladaría el Presidente. A los periodistas les tocó un pequeño colectivo. El servicio secreto tenía a su cargo conducir la caravana. El caso fue que ese automóvil comenzó a correr por una ruta a una velocidad superior a los 100 kilómetros. Algo inusual para esos pagos. El resto de la comitiva, funcionarios argentinos y ceremonial viajaban en combis, que debían hacer un esfuerzo para no perder los autos principales. Ibrahim era el conductor del colectivo de los periodistas y la velocidad lo entusiasmó. Tanto fue así que en tres oportunidades se llevó por delante a la combi que lo precedía. Una vez en la embajada argentina. La combi pudo continuar el viaje, el colectivo de los periodistas no funcionó más. De su motor surgía un espeso humo gris y caliente.
u El susto de Bordón. Una vez en la embajada argentina, el dueño de casa, Octavio Bordón, le cedió al matrimonio presidencial su habitación para que descansaran mientras hacían tiempo para la reunión con las autoridades del BID. El mendocino tiene al costado de su cama un máquina para correr. Hasta tanto Kirchner y la senadora Cristina Fernández descendieran, Bordón los esperó en la planta baja. De repente comenzó a escuchar un extraño ruido que provenía de los aposentos del matrimonio Kirchner. En un principio Bordón se asustó hasta que por fin pudo relajarse. Había recordado que al costado de su cama hay una máquina para correr. El Presidente, para no perder su costumbre, estaba realizando su rutina diaria de correr sobre la cinta, y los pisos de madera de la casona crujían de una forma extraordinaria.
u Torrijos y el ALCA. El triunfo presidencial de Martín Torrijos –hijo del legendario Omar Torrijos– en Panamá alegró a la comitiva presidencial. Sobre todo al canciller Bielsa que se entusiasmó con la idea que le tiró el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, Ramón Puerta, de impulsar el istmo como sede de la reunión del ALCA. “Panamá es ideal. Tiene puerto en los dos océanos, por allí pasan todas las líneas aéreas y, sobre todo, tienen un excelente servicio financiero”, aseguró el misionero. Claro, antes tienen que desplazar al Jeff Bush, el gobernador de Miami, quien está trabajando intensamente para confirmar su estado como sede del encuentro.