EL PAíS
• SUBNOTA › DOS ESPECIALISTAS ANALIZAN LA REACCION POPULAR
“El hartazgo de la sociedad”
Diez días atrás, los vecinos de Palermo quemaron una comisaría por un caso de gatillo fácil. Ayer fue el turno de un patrullero, aunque por ahora sólo hay sospechas sobre la responsabilidad policial. ¿Protesta social o un efecto violento del discurso de la inseguridad? Página/12 consultó a dos especialistas para tratar de entender qué pasó ayer en Isidro Casanova.
“Estas reacciones son cada vez más comunes en la región”, explicó a este diario Gustavo Palmieri, comparando este tipo de reacciones, cada vez más frecuentes en México, Brasil o Guatemala. Palmieri es abogado y director del programa de Violencia Institucional y Seguridad Ciudadana del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). “Muestran cierto hartazgo de la sociedad, pero la selección de quién va a ser el objetivo de la bronca en muchos países son policías con tradición de ser violentos”, advierte. “La gente reacciona más contra lo autoritario y violento que contra una policía ineficiente”, dice.
En esas regiones, la reacción a la violencia suele provocar dos tipos de respuesta. “Los últimos focos de reacción son tanto los que se ven como autores directos, como el boliche en este caso, como aquellos que seguramente son percibidos como autores cotidianos de redes de abuso e ilegalidad.” Para el abogado, las reacciones son un efecto de las políticas de mano dura sobre los sectores populares. Una especie de boomerang, añade Alcira Daroqui, socióloga y docente de la Cátedra de Control Social Penal de la UBA.
El caso, para Daroqui, es peligroso. Observa un síntoma. La gente reacciona “por un muerto y merece comprensión, pero no justificación”, asegura. Isidro Casanova se paró frente a “instituciones simbólicas”: el boliche, dice, “no es un imputado cualquiera porque atrás tiene una historia: apuntaron a los que saben que te matan”.
El peligro, dice, es justificar la quema. “No está tan claro qué suerte corren ellos después. Porque ponen el tema en los medios, pero los medios se van y ellos se quedan en los barrios.” Vuelve la violencia sobre ellos, y en algunos casos en peores condiciones: continúan compartiendo el escenario con los imputados, dice la socióloga, pero “no tienen guita para comprar seguridad”.
El problema del grito de bronca de los vecinos de Isidro Casanova es que puede quedarse sólo en un grito de reacción. Peligroso para los que se quedan: “Es peligroso porque no instala el tema en la agenda política y es preocupante porque abre una situación de anomia en la que ganan los discursos de la derecha”. Si lo de ayer es un efecto de la lógica de inseguridad al estilo Juan Carlos Blumberg, Daroqui dice que no: “Los discursos del gatillo fácil existieron siempre, no desde Blumberg. A lo sumo –advierte–, puede estar pasando que acrecienta ese tipo de efectos”.
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