EL PAíS
• SUBNOTA › LA ESTRATEGIA PARA ZAFAR FUE USAR CORREO WEB
Desconcierto en los cíber
Nadie quiso ver en la pantalla ese certificado de defunción del mundo virtual: “No se puede mostrar página”. El resto fue letra chica y recomendaciones tan formales como improbables, “fíjese si escribió bien” o “intente más tarde”. Se dice que Internet vino para que todas las personas de este mundo tuvieran acceso a la información. Con este espíritu democrático, los usuarios argentinos que no pudieron entrar al “.ar” la hicieron corta y se quedaron en el “.com”, reafirmando el carácter global de la web más allá de fronteras patrióticas.
Guillermo es propietario de un cíber en Entre Ríos al 164. Cuenta que algunos clientes “se pusieron un poco nerviosos” ante una situación que pudo resultar traumática para los fundamentalistas del teclado. “Uno se la agarró con la máquina”, comenta, e intentó enviar su mail a patadas. Pero fue “una caso aislado” en un local transitado por 300 navegantes diarios.
Otros, en vez de querer pegarle a la pc, como si fuera un ser animado al que le duelen los malos tratos, lo increparon a Guillermo. Un típico caso de tomárselas con el mensajero, en lugar de reclamar al Ministerio de Relaciones Exteriores, como sería más acertado. Pero no, porque nadie conocía el rol preponderante de este organismo estatal para que el país virtual siguiera girando. Ni siquiera conocía los orígenes del desperfecto Guillermo, de cuyas causas se enteró por medio de este diario.
De manera similar pasaron esas horas sin .ar en el local de Internet ubicado en Belgrano al 800. Quizás acostumbrados a que todo nunca funcionara del todo bien, los clientes se conformaron con que se pudiera chatear por medio del universal Hotmail. En este ámbito no se habló de la desconexión argentina porque pasó desapercibida.
Cuando algún usuario del mail autóctono de Yahoo se quejaba porque no podía abrir la página, Guillermo lo solucionaba entrando al Yahoo nacional previa escala por el portal norteamericano. Una ayuda más improvisada se prestó a los usuarios del cíber de Perú y Venezuela. Si a Yoni, el encargado del local, le venían con reclamos, le cambiaba la máquina al cliente. Al no encontrar soluciones, varios optaron por retirarse. Los demás se resignaron y continuaron navegando, sin preocuparse por las dos primeras letras de un país que a veces viene a recordarles a sus habitantes su raigambre con métodos sorprendentes.
Informe: Sebastián Ochoa.
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