EL PAíS
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El grupo de choque de Dios
› Por Mariano Blejman
Uno es un poco más gordo que el otro. Pero los dos, a pesar de tener unos kilos de más, se mueven con cierta agilidad. Se llaman Jorge y Marcelo Gristelli, son mellizos y dirigentes de la Agrupación Custodia, una organización que dice “cuidar los derechos de Dios”. Son la cabeza más visible de los nuevos cuerpos de choque de la derecha ultracatólica, dispuesta a ir al choque contra los movimientos de derechos humanos, contra las campañas pro aborto, contra marchas de homosexuales o contra las obras de arte que no sean de su agrado. Son el brazo más duro que proclama la Patria Católica Argentina, denuncia la “amenaza marxista” que invade el país, creen que las Fuerzas Armadas fueron cobardes porque en vez de desaparecer gente deberían haberlos fusilado, opinan que la religión católica no es pacifista y están dispuestos a dar su sangre por Jesús al grito de “Viva Cristo Rey”. También gritaron ayer “Viva Cristo Rey” un grupo de “Jóvenes por la vida” que parece dedicado específicamente a militar en contra del aborto, en las instalaciones del Centro Cultural San Martín. Aunque ésos, al menos por ahora, no tienen conexión directa con la Agrupación Custodia. ¿Pero quiénes son los mellizos Gristelli? ¿Cómo es que han establecido una notoria red de relaciones en los últimos años, y parecen encabezar una organización dispuesta a defender a ex represores y a neonazis? Los mellizos Gristelli presentan libros sobre El otro lado del Nunca más, van al choque contra H.I.J.O.S y –el viernes 3 de diciembre– estuvieron presente en el Centro Cultural Recoleta, cuando al menos cuatro de los miembros de la Agrupación Custodia rompieron varias obras del artista León Ferrari.
Las primeras noticias de la Agrupación Custodia aparecieron justamente en 1998, cuando los mellizos Gristelli pusieron un stand en la Feria del Libro. No eran clásicos editores. Su stand –autorizado por la Fundación El Libro– tenía libros filonazis. Entre ellos pretendían presentar un libro de Miguel Etchecolatz llamado La otra campana del Nunca más.
Los Gristelli anunciaron que el 28 de abril del ’98 hablaría Etchecolatz en la Feria, pero unos días antes cambiaron de idea. “No queríamos poner en problemas a la Fundación El Libro”, dijeron entonces. Pero en vez del libro del ex comisario presentaron Subversión, la guerra olvidada. En ese momento, declararon que Santiago Apóstol era una editorial católica, pero sin contacto con la Curia. Vendían libros de Conversaciones con Mu- ssolini; La sucia historia de la liga antidifamatoria B’nai B’rith; Papeles de Seineldín; Nuestro ser nacional en peligro. Pero los mellizos Gristelli no sólo vendían libros de Seineldín o Etchecolatz, también los defendían en la calle.
En abril de 2001, cuando Etchecolatz salía de los tribunales de Lavalle 1638, un grupo de seguidores atacó a periodistas y a manifestantes con palos y trompadas. Ese día, los Gristelli mostraron sus palos con la misma tranquilidad con que volvieron a mostrarlos el miércoles pasado, durante el Día de la Inmaculada Concepción, en la Catedral, frente a la Marcha de la Resistencia, organizada por Madres de Plaza de Mayo. En 2001, asociaciones de derechos humanos hicieron varias denuncias por las “lesiones graves” que sufrió Marcelo Stábile con una fractura en la clavícula derecha. La acción penal llegaría hasta la Agrupación Custodia, que integran los Gristelli. El miércoles pasado, Custodia levantó banderas en Plaza de Mayo. Además, la demanda estaba dirigida contra Virginia Oliver de Gristelli, una profesora de religión que participó de las agresiones, una de las personas que, en 1998, alquilaron el stand de Santiago Apóstol en la Feria.
Como ya informó Página/12, la Agrupación Custodia se autoconvocó el miércoles pasado donde repartieron folletos y levantaron una bandera de la Agrupación Custodia. Allí, hablaron de la “blasfemia” de la obra de LeónFerrari, aunque operan más bien con bajo perfil. Se mueven como serpientes entre la gente que ellos mismos convocan. Un grupo de 30 o 40 jóvenes, notoriamente entrenados, pelos cortitos, muy bien vestidos y –como fue el caso del miércoles–, también se mueven con sus familias, mujeres e hijos. Tal como revelan las fotos tomadas por Página/12 los mellizos Gristelli estuvieron en esa marcha –donde estuvieron a punto de trenzarse con la agrupación H.I.J.O.S–. En un momento se les escuchó decirle a uno de los suyos: “Ahí adentro están, no las saqués si no las necesitás” ¿Se refería a armas? ¿Palos? Siempre andan con palos en las manos.
Ambos estuvieron el miércoles pasado en la marcha a la que ellos mismos convocaron, y marcharon desde la Catedral hasta la Nunciatura (ni el nuncio los atendió), como acto de repudio a la muestra retrospectiva de León Ferrari con una diatriba mesiánica: “En tales circunstancias urge reaccionar. Probar que siguen vigentes aquellos versos de Santa Teresa que nos mandan estar despiertos y combativos cuando no hay paz sobre la tierra”. Finalmente, se han convertido en el grupo de choque de la derecha católica más furibunda, relacionada con la también extrema revista Cabildo, dirigida por Antonio Caponetto (que por cierto, estaba dispuesto a presentar el libro de Etchecolatz). Tan relacionados están los mellizos Gristelli con Caponetto que en los últimos días, durante la convocatoria a la Catedral, los mails que decían “La vida del hombre es Milicia sobre la Tierra” iban firmados por dos personas: Antonio Caponetto (por la revista Cabildo) y Jorge Gristelli (por la Agrupación Custodia).
También en 1998, Caponetto había participado del congreso de ultraderechistas en el La Salle, donde hubo entre los oradores ex carapintadas y filonazis. En ese congreso, convocado por el Club del Libro Cívico y la librería Huemul, el Partido Nuevo Orden Social-Patriótico (Pnosp) lanzó el autodenominado “Primer encuentro del nacionalsocialismo en la Argentina”.
Por si faltara alguien, el círculo se cierra con el abogado José María Soaje Pinto. Porque las relaciones entre sí no sólo se prueban en la teoría, en las conferencias, o en los congresos filonazis, sino también en el campo de batalla. Cuando el viernes 3 de diciembre un grupo de devotos ingresaron a la muestra de León Ferrari en el Centro Cultural Recoleta y rompieron unas diez obras –la mayoría botellas, y una estructura de vidrio– al grito de “Viva Cristo Rey, carajo”, unos folletos aparecieron en la puerta firmados por Agrupación Custodia. Los volantes decían “No permitamos que se ofenda a la Fe Católica: Movilicémonos en defensa de los derechos de Dios”. Esa misma agrupación había invadido el Centro Cultural de España en abril de 2001 cuando Ferrari exponía allí y es la misma agrupación que chocó contra la agrupación Hijos en un escrache que realizaban contra Etchecolatz. El miércoles, después de la marcha que hicieron hasta la Nunciatura, todos los hombres de Custodia se acercaron hasta la misa realizada en Recoleta por el párroco Rómulo Puiggari.
Varios de ellos ya conocían el lugar. Página/12 supo que los detenidos (cuatro de ellos implicados, uno –el periodista Rodolfo Montes del diario La Capital de Rosario– detenido por error) dijeron no conocerse entre sí ante la Justicia. Sin embargo, la historia es otra. Los cuatro detenidos rezaron durante más de media hora en el calabozo de la Comisaría 19ª, conversaron fluidamente entre sí, uno dijo ser profesor de historia y todos estaban convencidos de que “el miércoles se va a armar”, en referencia al encontronazo que no pasó a mayores en Plaza de Mayo. Después de pasar la noche detenidos, la policía informó tres nombres más (sacando al periodista): Hernán Capizano, Néstor Daniel Mariotti, de 28 años, y José Antonio Musketta, de 21. Quien llegó al lugar para representarlos no fue otro que José María Soaje Pinto, un conocido abogado católico que defendió, entre otros, al coronel Mohamed Alí Seineldín, al neonazi Alejandro Biondini, al ex criminal nazi Walter Kutschsmann y a FacundoMazzini Uriburu, bisnieto del primer presidente de facto argentino que había insultado a una persona de color en un supermercado Coto al grito de “A los negros hay que matarlos a todos de chiquitos”.
Luego de un trabajo fotográfico, este diario pudo determinar que también el viernes 3 de diciembre a la noche, en que un grupo de devotos entró a romper las obras de León Ferrari, estaba uno de los mellizos Gristelli (el más flaco de los dos), que no sólo se quedó allí cuando detuvieron a los cuatro implicados, con numerosos testigos dispuestos a declarar, sino que se lo escuchó darles indicaciones por lo bajo cuando salían esposados rumbo a la comisaría: “Quédense tranquilos, tápense la cabeza, que el abogado ya está en camino”.
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