EL PAíS
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El dolor de una madre
“Me descontrolé, o más bien me controlé, y le dije que mi hija es un cadáver, pero él es un cadáver político”, contó Mariana Márquez, que dejó la Legislatura luego de obtener de Aníbal Ibarra lo que quería: “Me miró a los ojos”. La mujer llevaba una remera en la que se leía “Liz te amamos”, bajo la foto estampada de su hija adolescente. “Cada día siento que voy a enloquecer. La extraño, la escucho, la veo, la siento. La extraño”, reiteró encogiéndose de hombros. Relató que lo que la sacó de sus cabales fue oír al jefe de Gobierno decir en el recinto “no politicemos esta cuestión”, luego de la intervención de un legislador, mientras “él está haciendo política con el llamado a plebiscito”.
“La sangre derramada de nuestros hijos no se plebiscita”, sentenció Márquez. “No lo van a lograr. Antes van a caer todos. Lo juro por la memoria de mi hija”, afirmó, y evaluó que “Aníbal Ibarra dice ‘yo me hago cargo’. Si es así, que dé los nombres de los funcionarios que tendrían que haber controlado el boliche y se entregue a la Justicia”. Consideró que el debate tuvo lugar “en una Legislatura tan corrupta como él”.
Nota madre
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