EL PAíS
• SUBNOTA
¿POR QUE GLORIA MUÑOZ RODRIGUEZ?
Por Subcomandante Marcos *
Una mujer de profesión periodista acabó, no sin dificultades, por brincar el complicado y espeso muro del escepticismo zapatista y se quedó a vivir en las comunidades indígenas rebeldes. Desde entonces compartió con los compañeros el sueño y el desvelo, las alegrías y las tristezas, los alimentos y sus ausencias, las persecuciones y los reposos, las muertes y las vidas.
El nombre de esta persona es Gloria Muñoz Ramírez. Durante el período que va de 1994 a 1996 trabajó para el periódico mexicano Punto, para la agencia de noticias alemana DPA, para el periódico norteamericano La Opinión y para el diario mexicano La Jornada. En 1997 dejó su trabajo, su familia, sus amigos (además de cosas que sólo ella sabe), y se vino a vivir a las comunidades zapatistas. Durante estos 7 años no publicó nada, pero siguió escribiendo y su olfato periodístico no la abandonó. Claro que la periodista ya no lo era, o ya no sólo era periodista. Gloria fue aprendiendo a tener otra mirada, la que está alejada del deslumbramiento que producen los reflectores, del barullo de los templetes, del atropellado andar detrás de la nota, de la lucha por la exclusiva. La mirada que se aprende en las montañas del sudeste mexicano.
Leímos el libro, bueno, entonces no era un libro sino un extenso y policromado tapiz cuya vista ayudaba bastante a dibujar la complicada silueta del zapatismo de 1994 a 2003, los 10 años de vida pública del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Nos gustó pues. No conocemos ningún material publicado con esa minuciosidad y tan completo.
Le respondimos a Gloria como de por sí respondemos nosotros, es decir, con un “Mmhh, ¿y?”. Gloria volvió a escribir y propuso publicar el libro para que los jóvenes de ahora conocieran más sobre el zapatismo.
“¿Los jóvenes de ahora?”, pensé, y le pregunté al Mayor Moisés “¿Que nosotros no somos los jóvenes de ahora?”. “De por sí somos”, me respondió, sin dejar de ensillar el caballo, mientras yo seguía aceitando mi silla de ruedas y maldecía que el botiquín de campaña no incluyera Viagra...
¿En qué estaba? ¡Ah sí!, en el libro que no era libro todavía. Gloria no esperó a que dijéramos que sí, o que quién sabe, o que, con el más puro estilo zapatista, no respondiéramos. Al contrario, al tapiz, o sea al borrador del libro que no era libro, Gloria anexaba la solicitud de completar el material con sendas entrevistas.
Fui con el comité y, sobre el suelo lodoso de septiembre, extendí el tapiz (o sea el borrador del libro).
Se vieron. Quiero decir, los compañeros se vieron a sí mismos. O sea que, aparte de ser tapiz, era un espejo. No dijeron nada, pero yo entendí que había más gente, mucha más, que tal vez también vería y se vería.
Le respondimos a Gloria que “adelante”.
* Extracto de la presentación que el Subcomandante Marcos escribió para el libro.
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