EL PAíS
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Derechos elementales
Por María Elena Naddeo *
La utilización de niñas, adolescentes y jóvenes para el ejercicio de la prostitución constituye una expresión de violencia y corrupción contra la infancia y adolescencia que las despoja de sus más elementales derechos humanos. En los últimos años advertimos la reiteración cada vez más sistemática de prácticas delictivas que incluyen el reclutamiento de chicas muy jóvenes en poblaciones humildes del interior ofreciéndoles mediante engaños trabajos domésticos en las grandes ciudades. Al llegar a destino, las chicas se ven reducidas a servidumbre, privadas de sus documentos, convertidos sus cuerpos en meras mercancías, y tal como señalan los tratados internacionales de derechos humanos sujetas a una forma contemporánea de esclavitud.
Desde el programa de acompañamiento a víctimas de explotación sexual del Consejo de la Ciudad de Buenos Aires brindamos asistencia técnica y contención social a un grupo importante de adolescentes, en colaboración con la Oficina de Asistencia a la Víctima de la Procuración General de la Nación y los juzgados penales y civiles intervinientes.
A partir de esa experiencia, tenemos la fuerte sensación de que estamos actuando en la punta del iceberg, cuando algunas pocas valientes jovencitas se animan a escapar y denunciar su opresión, o cuando los operadores de calle logran contactar y escuchar las tramas secretas de estas redes, para poder formular las denuncias y avanzar en el rescate de las víctimas. Hay una intensa preocupación y al mismo tiempo una amarga sensación de impunidad, de complicidades que impiden en otros planos descubrir a tiempo las redes delictivas.
Por eso participamos de una importante red interinstitucional contra la trata de mujeres y niñas, en la cual numerosos organismos públicos y no gubernamentales tenemos como objetivo profundizar y hacer visible esta realidad. Y por eso hay nuevos proyectos de ley en el Congreso para incluir expresamente el delito de la trata de personas en el Código Penal.
Coincidimos en que es necesario ampliar la conciencia social en este tema e instalar nuevamente la consigna de que sin demanda, no hay prostitución infanto-juvenil. Hay que alertar a los clientes del comercio sexual que pueden estar incurriendo en la comisión de gravísimos delitos y que vamos a seguir trabajando incansablemente para que se descargue sobre proxenetas, tratantes y clientes todo el peso de la Justicia.
* Presidenta del Consejo de los Derechos de Niños y Adolescentes del GCBA.
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