Mar 02.08.2005

EL PAíS • SUBNOTA

Algunos actores esenciales

FERNANDO DE SANTIBAÑES.
El amigo de De la Rúa

Banquero, neoliberal y millonario. Amigo de Fernando de la Rúa y ex hombre influyente del gobierno de la Alianza. Fue secretario de Inteligencia e integró el círculo íntimo de confianza del ex presidente que abandonó su cargo en helicóptero en diciembre de 2001. Sin embargo, el nombre de Fernando de Santibañes quedó asociado al escándalo de las coimas en el Senado para aprobar la reforma laboral. Por estos días reparte su tiempo entre las clases que dicta en Chicago y la cría de caballos de carrera.
Tiene 60 años, fue funcionario de carrera del Banco Central durante la dictadura, hizo una maestría económica en la Universidad de Chicago y logró acceder al 26 por ciento de las acciones del Banco de Crédito, que en 1997 vendió en 160 millones de dólares. Es hincha de River y fanático de los caballos de carrera y la cría de gallinas. Conoció a De la Rúa en 1982, de quien es vecino en su quinta de Pilar. Ricardo López Murphy, José Luis Machinea, Enrique “Coti” Nosiglia y Hugo Anzorreguy se cuentan entre sus amistades.
Negó en varias oportunidades haber armado operaciones de descrédito contra Carlos “Chacho” Alvarez y Federico Storani. “No vine para hacer esas cosas, yo desarmé el aparato de espionaje de esta secretaría”, aclaró en alusión a la central de inteligencia. También negó haber conspirado con Antonio de la Rúa y Nosiglia para marginar a Alvarez dentro del gobierno aliancista. “¿Cómo voy a aconsejar yo en política si de política no sé un carajo?”, se atajó. Sin embargo, reconoció haber brindado en su casa con Chrystian Colombo y Aíto de la Rúa tras el portazo de Chacho. “Festejábamos el ascenso de Chrystian”, intentó aclarar.
Su desdén por la política lo compensaba jactándose de sus conocimientos de economía. “Hablo porque de eso sé”, explicó tras haber opinado que sería magnífico presentar un presupuesto 2001 con déficit cero. Sus dichos desautorizaron al entonces ministro Machinea y provocaron una corrida en la Bolsa. Fernando de Santibañes fue uno de los más fervientes admiradores del analista político norteamericano Dick Morris, con quien trabajó uno de sus hijos y con quien firmó un contrato millonario que fue objetado por la Justicia.


MARIO PONTAQUARTO.
La vuelta del arrepentido

Mario “Tato” Pontaquarto era el poderoso secretario parlamentario del Senado durante el primer año del gobierno de la Alianza. Había entrado a la Cámara alta como empleado administrativo en 1983 y llegó a formar parte del poder real de esa parte del Poder Legislativo de la mano del senador radical José Genoud, y con la confianza del justicialista Augusto Alasino. Mucho influyó en su acumulación de poder su paso por la Dirección de Ayuda Social (DAS), la obra social del Parlamento. Sus vecinos recuerdan el ’98 como su año de mayor progreso. En su pago, General Rodríguez, también se hizo conocido por haberse casado con Silvana Costalonga, ex Miss Primavera de la zona. Cuando estalló el escándalo de las coimas quedó imputado en la causa, pero en diciembre de 2003 pateó el tablero y se presentó como un “arrepentido” que admitió haber llevado las valijas con el dinero de las coimas que, según él, se pagaron a senadores para que aprobaran la reforma laboral. Confesó que sacó cinco millones de pesos de la SIDE para sobornara senadores del PJ y la UCR. La Justicia lo procesó al igual que al resto de los acusados. Luego de la confesión se quedó sin trabajo, hasta que el intendente de General Rodríguez le encargó que reorganizara la sociedad de fomento local. Escribió un libro sobre anécdotas políticas que aún no vio la luz editorial. Hace pocos meses denunció haber recibido amenazas anónimas.


EMILIO CANTARERO.
El estigma del quebrado

Pudo haber sido el primer arrepentido del escándalo de las coimas en el Senado. Pero al día siguiente de la publicación que daba cuenta de su confesión sobre el cobro de un soborno, el ex senador Emilio Cantarero salió a negar todo. Nació en Salta en 1943, hijo de un aceitero de clase media. En la década del ’60 heredó de su padre, don Manuel, acciones de Horizontes S. A., la empresa que luego pasó a editar El Tribuno. “Yo empecé ahí como cadete”, recordó Cantarero antes de llamarse a silencio absoluto. Tardó poco tiempo en convertirse en una de las personas de confianza de Roberto Romero, y siguió sus consejos para recibirse de contador. Fue el primero al que llamó para ocupar el Ministerio de Economía provincial. Y en 1995 quedó a cargo de la banca de senador que dejó Juan Carlos Romero cuando fue elegido gobernador. Cantarero es padre de tres hijos y declaró una fortuna de tres millones de pesos. Cuando zafó de su imputación en el expediente de las coimas se dijo que tenía un Dios aparte. Pero todo indica que el ex senador tiene una virgen propia: a unos 8 kilómetros de Salta capital se erige la virgen “del Cerro”, y allí se puede visitar a la manosanta María Libia Obeid. Los fieles acuden de a miles y caen en estado de trance, en este sitio ubicado frente al Campo de Castañares donde vive Cantarero. En la zona comentan que el fenómeno religioso realimenta al inmobiliario y los dos se han transformado en un formidable negocio.


JOSE GENOUD.
El tercer mosquetero

Le decían el tercer mosquetero, junto a Alasino y a Pontaquarto. José Genoud, ex senador y presidente provisional de la Cámara alta, es mendocino, está casado y tiene tres hijos. Nació en 1947, estudió Derecho a distancia en la Universidad de Santa Fe. Amante del tango y de los caballos de carrera, pasión que comparte con De Santibañes y Pontaquarto. Cuenta entre sus amigos al banquero Raúl Moneta, otro fanático de los equinos, a quien conoció porque sus esposas fueron compañeras de colegio. Fue senador durante 16 años; en el ‘93 sus pares lo eligieron como jefe del bloque radical y desde ese momento fue reelecto una y otra vez por unanimidad. La única vez que ganó una elección directa fue en 1983, como vicegobernador de Mendoza. Su nombre apareció en el anónimo que fue aceptado como prueba en la causa de las coimas en el Senado. Genoud se permitió entonces calificar a Chacho Alvarez como “nuestro fiscal”. Y a Alasino lo señaló como un político que “salió airoso” de una investigación sobre presunto enriquecimiento ilícito. En los primeros días del escándalo de las coimas, Genoud propuso declarar la caducidad inmediata de todos los senadores y llamar a elecciones anticipadas. Pero cuando Chacho Alvarez empezó a pedir su cabeza, no dudó en ir hasta la Casa Rosada en busca de respaldo presidencial. En febrero de 2004 sufrió un accidente, que le provocó lesiones en la columna, cuando su auto se despistó en la ruta 7 en San Luis.

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