EL PAíS
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Mujeres y vírgenes
–¿Cómo un tipo tan racional como usted dice haber visto la Virgen?
–No. Yo me desperté a las 3 de la mañana oliendo a lavanda y a cítricos, de manera muy profunda. La despierto a mi mujer y le digo si estaba oliendo lo que yo olía. Me dice que no. Empecé a recorrer el dormitorio, el baño y seguía oliendo lo mismo. Vuelvo a la cama, y mi mujer, que lee esos textos bíblicos que yo no leo, me dice que una de las manifestaciones de la Virgen consiste en un enorme olor a lavanda y naranjas. Entonces dije: “bueh, habré viste a la Virgen”, y me dormí. Pero ni la vi a la Virgen, ni le pregunté sobre el resultado de las elecciones. Me dijo mi mujer lo que dijo, y entonces dejé de pensar que era un vecino que tiraba Poett y me metí en la cucha y me dormí.
–Su mujer leyó una ponencia suya, lo reemplazó en una reunión por el tema Cromañón... ¿qué función cumple?
–Es mi compañera, tiene huevos y es inteligente. Es la persona que mejor me representa. El jueves tenía 39 de fiebre y le pedí que lea una ponencia para que no sea una descortesía. En vez de mandar a un compañero de la lista le pedí a ella.
–¿No hubiese sido mejor una actitud más “orgánica” de su parte?
–Puede ser, pero ¿no sería mejor que no haya campañas unipersonales, como las de Macri y las de Carrió? Además ¿se imaginan a las 7 de la mañana yo, con fiebre, llamando a Marcó del Pont, diciéndole que le voy a mandar por chasqui una ponencia que escribí para que la lea? Si ustedes piensan que con lo de mi compañera “nace una estrella”, saquenseló de la cabeza.
Nota madre
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