EL PAíS
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Caravana en Pergamino
Por M. W.
Pergamino es una clásica ciudad del interior bonaerense, ligada a la producción agrícola. Chacarera y radical de pálpito. La recepción que propinó a la comitiva encabezada por el Presidente y por la senadora Cristina Fernández de Kirchner entusiasmó a los allegados a Néstor Kirchner. “La caravana no podía avanzar, la gente nos rodeaba –dice un circunstante, con experticia bonaerense– eso no es el conurbano. Es un lugar próspero. En su calle principal hay varios negocios de primeras marcas internacionales, que venden productos con precios fijados en dólares. El intendente radical tuvo que elogiar a Néstor”, se alegra, se sorprende, se ríe. El oficialismo está convencido de que la tendencia favorable a Fernández de Kirchner crece como un tsunami.
Consultores de primer nivel coinciden con la mirada impresionista del interlocutor de Página/12. Prevén que una buena parte del voto tradicionalmente radical se volcará a la senadora. Y se vuelven más cautos para predecir si habrá corte de boleta que mejore a los diputados boinas blancas, una hipótesis que no descartan y que podría bajar un poco el desembarco de diputados kirchneristas en el Congreso Nacional.
Las encuestas también vaticinan que habrá un spread entre los sufragios que sume Hilda González de Duhalde y los que cosechen sus diputados. En la Casa Rosada prolifera un augurio. Luis Patti tendrá más diputados que los duhaldistas. En el Parlamento eso no suma ni resta (todos serán opositores), para el desempeño simbólico del duhaldismo puede ser letal.
El optimismo oficial se prorroga a Río Negro, donde sus encuestadores le informan que el Frente para la Victoria está ganando y sus baqueanos políticos le proponen no caer en la euforia porque el radicalismo, que es gobierno, puede todavía torcer esa tendencia. Tan cautos son con la información que, de momento, la escamotean a su propia tropa.
En la Capital y Santa Fe, más allá de lo que se diga de boca para afuera, la mayoría de los integrantes del oficialismo se lee perdiendo. La respuesta será una embestida final en ambos distritos blandiendo su as de espadas de campaña, que es el mismísimo Presidente. Tal vez sea bastante, tal vez no.
Tal vez el Gobierno elija un discurso intolerante, encrespado, que viene creciendo a su interior contra los que de momento los relegan en algunos territorios. Tal vez le sirva para su sprint final, tal vez no. Es mucho más obvio que no le servirá para gobernar mejor el escenario que se viene, en que su victoria debería servir para tender puentes antes que para dinamitarlos.
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