EL PAíS
• SUBNOTA › OSVALDO MARTINEZ, ECONOMISTA DE FIDEL
“El ALCA es una trampa, ni es libre ni es comercio”
Es director de Investigaciones Económicas y presidente de la Comisión de Economía del Parlamento Cubano y economista de consulta permanente de Fidel Castro. Vino a participar de la Cumbre de los Pueblos. Su visión sobre la otra cumbre, en una entrevista exclusiva con Página/12.
› Por Raúl Dellatorre
Muchos lo consideran el economista de confianza de Fidel Castro. Osvaldo Martínez ejerce, desde hace algún tiempo, dos cargos estratégicos en la estructura dirigencial de Cuba: director del Centro de Investigaciones Económicas Mundiales de La Habana y presidente de la Comisión de Economía del Parlamento Cubano. Pero lo más significativo es la posición que ocupa en cada cumbre o seminario sobre temas económicos que se realiza en La Habana: siempre sentado al lado del jefe de gobierno para soplarle algún comentario o responder cualquier consulta. En la última semana visitó Argentina para participar junto con una nutrida delegación cubana de la Cumbre de los Pueblos. Entrevistado por Página/12, dio su visión sobre las relaciones de Estados Unidos con la región, describió sus debilidades y la necesidad que lleva a George Bush a impulsar el ALCA. Cuestionó el papel de la Unión Europea y descalificó las supuestas disputas con Estados Unidos. “Está en situación de subordinación”, calificó. Y formuló un pormenorizado análisis del momento actual de la economía cubana en el marco del bloqueo, del cual señaló que está en “su momento más intenso”.
–¿En qué contexto político ubicaría la cumbre de presidentes que acaba de realizarse en Mar del Plata?
–Esta cumbre se dio en momentos de fuerte descenso en la credibilidad de la administración Bush, tanto dentro de Estados Unidos como afuera. Es un intento por revertir esta tendencia, buscando disciplinar a la región, encuadrarla en su propuesta de anexión comercial llamada ALCA. Las cumbres de las Américas surgieron precisamente a la sombra del impulso que le quiso dar Estados Unidos al ALCA. Pero no sólo es un proyecto comercial; en este intento de anexión está presente el proyecto de disciplinamiento militar, la intervención de tropas que le aseguren el acceso y disponibilidad del petróleo, el agua, la biodiversidad. Va de la mano de la búsqueda de legitimidad a la doctrina de guerra preventiva y combate al “terrorismo”. Y una forma para combatir y aislar al gobierno de Hugo Chávez y a la Revolución Bolivariana que lleva adelante Venezuela. Justamente en esta cumbre, el componente nuevo es la presencia de la Revolución Bolivariana y no sólo una posición bien crítica hacia el ALCA de Chávez, sino que además con un proyecto alternativo, el ALBA, que es la integración de América latina consigo misma y no subordinada a Estados Unidos.
–¿Usted cree que los gobiernos latinoamericanos tienen esa misma lectura?
–Es un momento contradictorio en lo político y también en cuanto a los resultados económicos. La propuesta norteamericana, a través del ALCA y los tratados bilaterales, sigue siendo esencialmente más neoliberalismo. Los resultados de esta política han sido el fracaso en lo económico y una catástrofe en lo social. Una distribución del ingreso más inequitativo e injusto, mayor cantidad de pobres e indigentes. Esto incluso trajo un alto grado de insatisfacción de la población de la región respecto de la democracia, una especie de hastío de democracias vacías de contenido social. Lo contradictorio es, justamente, que frente a este panorama se pretenda seguir adelante con esta avanzada hacia un supuesto libre comercio.
–¿En qué sentido señala que los resultados del neoliberalismo afectaron la confianza en la democracia?
–Lo expresan diversas encuestas, que revelan esa insatisfacción. Porque la democracia real fue reemplazada por una suerte de despotismo económico, en la que en lo formal se sostiene una competencia entre partidos, pero basada en el cambio de frases electorales, antes que de políticas.
–Si en materia de control regional Estados Unidos ya llegó donde llegó, ¿por qué le resulta tan estratégico asegurarse el libre comercio en la región?
–En realidad, el planteo del ALCA es una trampa. Es más que un acuerdo de comercio, en verdad el comercio ni siquiera es el componente más importante. Lo que más le interesa a Estados Unidos es poder crear condiciones privilegiadas para sus inversiones de capital, poder controlar las compras gubernamentales, controlar las políticas de propiedad intelectual. El comercio no es más que la etiqueta del acuerdo, de un paquete integrado que pretende convertir la política neoliberal en un compromiso jurídico para que los gobiernos, sean cuales fueran en el futuro, queden encorsetados y la única forma de salir sea romper con compromisos internacionales. El ALCA es eso: la pretensión de codificar la política neoliberal. Y en nombre de un supuesto libre comercio que no es libre, porque las gigantescas transnacionales tienen monopolizado el comercio mundial. Ni es comercio, porque según lo ha reconocido la propia Unctad, dos tercios de las transacciones mundiales no son más que operaciones entre filiales de una misma multinacional, que responden a la lógica de sus intereses.
–¿Las negociaciones entabladas por la Unión Europea con Latinoamérica significan un modelo diferente o es una simple disputa de espacios con Estados Unidos?
–No les doy mayor importancia a estas disputas entre supuestos rivales. En los hechos, la Unión Europea está en situación de subordinación a Estados Unidos. No le está haciendo una disputa seria en ningún campo. Aceptó la hegemonía estadounidense, como quedó de manifiesto en Irak. Las protestas iniciales luego quedaron diluidas, dejándole actuar a su antojo al margen de las Naciones Unidas.
–Y con respecto a Cuba, ¿no hay diferencias en el trato que les brinda la Unión Europea respecto de la política de Estados Unidos?
–No existe esencialmente una política diferente por parte de Europa respecto de la de Estados Unidos. A pesar de que el bloqueo agrede intereses europeos en Cuba, la Unión Europea secunda la posición norteamericana. No hay capacidad de actuar como contrabalance cuando se acepta una relación entre Europa y Estados Unidos que se basa en la superioridad militar. Lo mismo sucede con respecto a Japón. La propuesta de la Unión Europea hacia América latina tampoco tiene esencialmente diferencias: es la misma matriz neoliberal y de libre comercio, más allá de diferencias secundarias, tácticas.
–¿El bloqueo de Estados Unidos hacia Cuba fue cambiando con las modificaciones en el escenario internacional?
–Este bloqueo, que ya lleva 46 años, es el más intenso y extenso del que se tenga noticias por la historia escrita. Y se trata de la nación más poderosa del mundo contra un pequeño país pobre y cercano. Ellos les llaman embargo, no les gusta la palabra bloqueo, como si se tratara de un problema bilateral, de un país que no desea comerciar. Nosotros creemos que es una guerra, con todas sus armas, su poderío económico y militar puesto al servicio de asfixiar a la economía cubana. El resultado es patético, la inefectividad de esta política los deja en una situación ridícula.
–Pero esa inefectividad no parece cambiar el enfoque que tiene Estados Unidos sobre el bloqueo...
–De sus diferentes etapas, hoy el bloqueo se encuentra en su fase más intensa. Se recrudeció con la prohibición de que los cubanos residentes en Estados Unidos visiten a sus familiares en Cuba más de una vez cada tres años, se reforzó la persecución a las empresas que mantengan relaciones con Cuba. Durante 2004, Estados Unidos gastó más en la oficina que tiene para perseguir las relaciones económicas con Cuba que lo que destinó al seguimiento de las operaciones bancarias con financiamiento de Al Qaida en todo el mundo. Cuba se ha convertido en una obsesión para el gobierno de Bush. Prohibió que médicos especialistas en terapia intensiva estadounidenses participen de un congreso de la especialidad en Cuba. O que un equipo de béisbol cubano pudiera participar en Puerto Rico en un torneo clasificatorio para los Panamericanos. Está llegando a extremos demenciales. ¿Qué más le queda por hacer? Ni siquiera con Irak, en lospeores momentos de la relación con Saddam Hussein, hubo un bloqueo de tal intensidad.
–¿En qué condiciones está Cuba de seguir enfrentando el bloqueo?
–Lo que llama la atención, justamente, es cómo, a pesar de todo, la economía y el país no ha colapsado. La tasa de crecimiento promedio de los últimos diez años se ubicó en el 4 por ciento anual y la distribución del ingreso en Cuba es mucho más igualitaria en el resto de la región. El bloqueo no pudo impedir que alcanzáramos indicadores de desarrollo social del Primer Mundo. En escolaridad, en servicios de salud, en mortalidad infantil, los resultados son igualmente alentadores. Ahora, el costo del bloqueo para Cuba en estos 46 años acumula 82 mil millones de dólares, más de dos veces el producto anual cubano. Uno se pregunta, ¿dónde estaríamos ahora de no haber tenido sobre nosotros el bloqueo?
–¿Se sienten acompañados por los países de la región? ¿Cómo juzgan la posición que asumen frente a la política de Estados Unidos?
–Ciertamente, hay una actitud de condena. Desde 1991 que en Naciones Unidas se vota sistemáticamente en contra del bloqueo. En la reciente Cumbre Iberoamericana de Salamanca se lo condenó explícitamente llamándolo así, bloqueo, y no embargo, como prefiere Estados Unidos, pretendiendo que sea visto como un problema bilateral, como la simple decisión de un país que no desea comerciar con otro. Y se trata de una política impresentable ante el resto del mundo, pese a todo lo cual George Bush volvió a ratificarlo.
–¿Cuánto tiempo más durará el bloqueo?
–El 70 por ciento de la población actual de Cuba nació y creció bajo el bloqueo. Están dadas las condiciones para seguir resistiendo. Contamos con una buena base estratégica: el turismo como un recurso importante, el crecimiento de la producción petrolera, pero fundamentalmente el desarrollo de nuestro capital humano. Pensamos que no va a ser eterno. Nuestra perspectiva es que el bloqueo está ahí y que seguirá estando, sin saber por cuánto tiempo.
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