Rodrigo Rato, director gerente del FMI, agradeció a Argentina el pago total de la deuda al organismo por 9530 millones de dólares y dijo estar dispuesto a prestar ayuda a la nación sudamericana en el futuro, en una carta dirigida a Néstor Kirchner. En ese sentido, la cancelación anticipada de la deuda con ese organismo de Argentina y de Brasil abre una amplio debate sobre el futuro de esa desprestigiada institución. Sobre su papel e incluso sobre su legitimidad.

“Mucha gente se va a preguntar por qué países importantes como Argentina y Brasil no quieren saber más nada del FMI”, admitió Claudio Loser, ex director de la entidad para América latina. “Con la desaparición de dos de sus clientes más importantes, se va a empezar a plantear cuál debe ser el rol del Fondo, tanto a nivel del director gerente (Rodrigo Rato) como de su junta directiva”, agregó el especialista de Diálogo Interamericano de Washington.

Mucho más crítico con la institución, Carlos Quenan, profesor del Instituto Francés de Altos Estudios de América latina, afirmó que el FMI “debería haber aprendido de las experiencias del pasado para no sufrir la crisis de reputación y credibilidad que tiene en este momento”. Desde su punto de vista, la organización “perdió la brújula” en los últimos años y todavía subsisten numerosos interrogantes sobre cuál será la actitud del FMI en un nuevo ciclo de crisis.

La pregunta es si va a dejar a los países desenvolverse solos como ocurrió con Argentina tras las crisis de 2001 o mantener los paquetes de ayuda, como el de 30.000 millones de dólares otorgado en 2002 a Brasil (el mayor préstamo de su historia) para tranquilizar a los mercados preocupados por la llegada al poder del PT. Quenan se declaró convencido de que “el éxito en la intervención en Brasil quedó empequeñecido frente al cúmulo de errores y de fracasos, como en Asia, Rusia y Argentina. Fue un gol favorable frente a tres o cinco en contra”, agregó.

En un tono todavía más enfático, Nancy Birdsall, presidenta del Centro para el Desarrollo Global, de Washington, no dudó en asegurar que el “principal desafío para el Fondo es su propia legitimidad”, ahora que Buenos Aires optó por cancelar anticipadamente su deuda. “Argentina pagó por adelantado su préstamo en contra de sus propios intereses financieros, al pedir préstamos con altas tasas para cubrir el pago y ganar beneficios políticos de su aparente independencia de la institución”, explicó. ¿Qué debería hacer el Fondo en el futuro? “No debe ser una agencia calificadora, sino lograr un consenso acerca de cuáles son las políticas correctas y seguir diciendo y presionando por los cambios importantes y mantener las buenas políticas económicas”, explicó Loser. Y abogó asimismo por la creación de “algún mecanismo más automático y más contracíclico, de modo que, si un país está haciendo las cosas bien, pueda acceder al Fondo cuando la situación económica internacional se deteriore”.