EL PAíS • SUBNOTA
“Están desconcertados”, concluyen al menos dos funcionarios nacionales que dialogaron de cuerpo presente el jueves con el subsecretario para Asuntos Hemisféricos Thomas Shannon. “Ellos”, los desconcertados, son los que integran el gobierno norteamericano a quien el advenimiento de la era Evo les movió el piso.
Morales fue el alfa y el omega de los paliques que tuvo Shannon. Pidió información, la dio sin escamotear sus resquemores. “La droga es su preocupación y puede ser su pretexto. No entienden, ni quieren entender, los argumentos referidos a las tradiciones, las diferencias entre coqueo y narcotráfico”, resumen los circunstantes argentinos. Shannon no meritó las explicaciones culturales ni las referencias al desastre que fue para los campesinos bolivianos la erradicación de cultivos resuelta por el presidente Hugo Banzer.
Más allá de las sorderas de quien no quiere oír, Shannon les pareció más abierto a la escucha que su precursor Roger Noriega. En la Rosada y dependencias aledañas, ninguno duda de que en el Departamento de Estado esas transiciones no ocurren por casualidad. Y a las pruebas se remiten. Morales es un cuco, pero Shannon irá a su asunción de mando. Entre tanto, la Embajada de Estados Unidos en La Paz ya está armando una donación que se pretende impactante: es la de tender redes de gas en El Alto. Bolivia descansa sobre un mar de gas, pero casi ningún boliviano puede prescindir de la bosta o de garrafas carísimas para calentarse. “Demuestran haber registrado algo pero le explicamos que si piensan que resolvieron el asunto poniendo gas en El Alto y teniendo dos mil asesores en Bolivia, se equivocan. Tienen que hacer política”, relatan testigos fieles.
La idea norteamericana de que Argentina y Brasil deben ser garantes de la estabilidad regional, enunciado con el que concuerdan Néstor Kirchner e Inácio Lula da Silva, seguramente no tiene el mismo relleno al sur y al norte del Río Bravo. Shannon, caratulado como “el más paloma entre los halcones” por funcionarios de Cancillería, irá a La Paz. Seguramente aplaudirá cortés y felicitará en su excelente español al presidente entrante. Pero no se privó de deslizar en oídos argentinos su preocupación por un eje de la región, al que (eso sí) alivió de llamar “eje del mal”. Hugo Chávez, Evo Morales, el incipiente peruano Ollanta Humala y Ciudad del Este se enhebran en el imaginario del Departamento de Estado.
Lo que va de ayer a hoy. Fidel Castro, terminan las confidencias, ha perdido su carácter de enemigo público número uno a manos del presidente de Venezuela. Del cubano ya no se habla, de Chávez todo el tiempo, siempre mal.
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