EL PAíS • SUBNOTA
- Lamentable: “Un hecho lamentable”, fue la calificación que el legislador porteño del PRO Jorge Sanmartino, uno de los fiscales del juicio político a Aníbal Ibarra, utilizó para explicar la explosión ocurrida hace pocos días atrás en su casa de fin de semana en Capilla del Señor. En la explosión fallecieron dos trabajadores. “Producto de una acumulación de gas que se produjo en un sótano hubo una explosión y el casero de mi casa y el del condominio vecino tuvieron quemaduras. Lamentablemente ambos fallecieron. Se llevaron a cabo los peritajes y fue un desafortunado accidente. Esto no tiene nada que ver con lo que aquí estamos considerando”, dijo el diputado porteño a la hora de explicar el incidente y diferenciarlo del incendio del boliche bailable República Cromañón.
- La queja: El día venía reñido. Preguntas que se extendían, testigos que se enojaban. Promediando la tarde, el tribunal le tomó juramento a uno de los duros del día. Florencio Varela, abogado, especialista en sindicatos y, a la sazón, director de Protección al Trabajo Porteño. Durante su intervención mencionó que, entre otras cosas, su tarea es atender quejas por sobrehoras de trabajo. Julio Maier se puso contento:
–¡Yo también quiero hacer una queja –dijo el presidente del tribunal– porque me hacen trabajar más de ocho horas al día!
- El Ogro: Uno de los diputados sólo quería saber por qué durante las inspecciones en Cromañón no se habían comparado los metros cuadrados del plano de habilitación con los metros cuadrados reales del espacio:
–A usted le parece que a las 2 de la mañana voy a ponerme con un metro –intentó explicar Enrique Cappello, sentado en la silla de testigos, quien se presentó como ex inspector de espectáculos. Como las preguntas no paraban, agregó–: “Hay que entenderlo –dijo–, uno cuando va a esos lugares es el ogro: va a molestar cuando todos se están divirtiendo”.
Julio Maier se apiadó:
–El ogro verdadero es Sadaic –dijo–, pero eso no importa.
Nadie supo si lo del presidente del tribunal fue uno de sus chistes.
- Perejiles: Apenas se sentó, lo aclaró: “Somos todos perejiles de Ibarra”. El hombre, disminuido, era el mismo Cappello, quien inspeccionó El Reventón, el antecesor de Cromañón. En noviembre de 2003 pasó a disponibilidad porque disolvieron su área. Desde entonces nunca volvieron a llamarlo. La procuración de la Ciudad lo convocó recién en febrero de 2005. Ese día había muerto su madre: “Bueno, cuando pueda venir que traiga el certificado de defunción”, le dijeron. Poco después lo sumariaron. “Por lo menos ahora tienen una cantidad de inspectores sumariados”, dijo Enrique Capello antes de dejar la sala de audiencias. “Pero sumariados no antes sino después de la tragedia: como necesitaban perejiles estábamos los perejiles ahí para poder tapar lo que ahora no van a poder tapar”.
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