EL PAíS • SUBNOTA › CRITICAS DE LAVAGNA EN UN SEMINARIO DEL BID
› Por F. K.
El ex ministro de Economía Roberto Lavagna participó el sábado en un seminario organizado por el BID sobre el futuro de la política social en la región, que ofició de previa a la asamblea que comienza hoy en Belo Horizonte. Allí aprovechó para volver a fustigar a los organismos multilaterales de crédito, por aplicar las recetas surgidas del Consenso de Washington y para exaltar su gestión al frente del ministerio.
Lavagna celebró la decisión del BID de convocar a una mesa sobre política social “en un continente que se caracteriza por una distribución del ingreso extremadamente desigual”. Recordó que esa distribución regresiva fue el resultado de considerar la política social como un “residuo” de una política económica que apostaba por el crecimiento y recién después por el “derrame” sobre los más pobres. “En algunos casos, no hubo ni siquiera crecimiento y cuando lo hubo no se produjo el esperado derrame”, aseguró. Luego, dijo que hoy hasta “el propio Banco Mundial ha reconocido los efectos negativos de la pobreza sobre el crecimiento”.
Sin embargo, castigó al organismo al afirmar que “los reconocimientos tardíos no borran los efectos de los errores. Peor aun si dan lugar a nuevos paradigmas que corren el peligro de conducirnos a nuevos futuros reconocimientos de errores”. En la visión del ex ministro, ese nuevo paradigma es la teoría del “complemento”, que considera que las políticas económicas tienen que tener un anexo dedicado a las políticas sociales. “Lo que hace falta no es un complemento sino que las políticas económicas tengan incorporadas las cuestiones sociales.”
Fue entonces cuando decidió, en un gesto que estuvo lejos de la modestia, poner a su propia gestión como ejemplo de un plan económico que considera la política social como parte integral del mismo. “Toda medida de política económica que no pasara el test referido a la situación social debía ser descartada”, aseguró antes de enunciar un conjunto de programas y medidas entre las que incluyó el Plan Familias, el Remediar, el aumento de las jubilaciones mínimas y los salarios mínimos. La conclusión a la que llegó fue que esas medidas generaron “un achatamiento de la pirámide de ingresos que fue asumida por el Gobierno como altamente positiva luego del desenfrenado período de los años ’90 en que la desigualdad a favor de los tramos más altos de la pirámide había sido muy fuerte”.
La intervención de Lavagna pudo haber generado dos confusiones en los desprevenidos. La primera, con el lugar que ocupó, pues su intervención pareció la de un ex presidente y no la de un ex ministro (en ningún lugar de su ponencia mencionó a los presidentes Duhalde y Kirchner, con los que colaboró). La segunda, a los índices de desigualdad. Su alocución pudo llevar a pensar que la desigualdad bajó, pero los indicadores muestran que la brecha entre el 10 por ciento más rico y el 10 por ciento más pobre se amplió de 30,4 a 31 veces entre mayo de 2002 y el tercer trimestre de 2005.
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