Jue 10.08.2006

EL PAíS • SUBNOTA

“Con la sanción de esta ley no se termina el partido, recién empieza”

El médico Mario Mas es pionero en ligaduras y vasectomías: logró que Río Negro aprobara la primera ley del país. Aquí advierte sobre los problemas que tuvo allí su aplicación. Y plantea cómo evitar que la ley nacional sea “una gaseosa con la botella tapada”.

› Por Mariana Carbajal

Mario Mas vive en la localidad rionegrina de Villa Regina y fue el médico tocoginecólogo que gestó el movimiento que derivó en la sanción de la primera ley provincial de anticoncepción quirúrgica voluntaria (AQV) del país. Desde ese momento se convirtió en un referente sobre el tema. En una entrevista con Página/12 señaló los obstáculos que existen en Río Negro y en otras provincias para acceder realmente a la AQV –a pesar de que es legal– y advirtió que para que sea un derecho debe existir la decisión política para difundir los alcances de la normativa y que toda la población la conozca. “Si no, es como tener una gaseosa pero con la botella tapada”, graficó.

–¿Cómo se interesó por la anticoncepción quirúrgica?

–En enero de 2000, cuando en el hospital de Villa Regina (N.de.R.: una pequeña localidad frutihortícola del Alto Valle de Río Negro) conocí a una mujer VIH positiva que me pidió que le hiciera una ligadura de trompas. Averigüé y me dijeron que no podía hacérsela. En marzo de ese año decidí abrir un registro y, en apenas un mes, setenta mujeres se anotaron para ligarse las trompas, todas ellas pobres y con familias numerosas. Apabullado por la cantidad de pedidos, unos meses después, en septiembre presentamos un recurso de amparo para que se autorizara la operación a veinte mujeres con un total de 128 hijos. Una jueza declaró inconstitucional la ley que prohibía la AQV, luego la diputada Amanda Isidori (que ahora es senadora y fue una de las impulsoras de la normativa nacional) presentó el proyecto y conseguimos la ley, la primera del país.

Mario Mas tiene 48 años. Nació en la localidad bonaerense de Darragueira y estudió Medicina en la Universidad Nacional de La Plata. A mediados de la década del 90 estuvo trabajando gratis en salud reproductiva en Nicaragua, Cuba y México. “Hasta que me di cuenta de que el problema estaba a doscientos metros de mi casa”, cuenta en una comunicación telefónica desde Río Negro. Del hospital de Villa Regina se fue hace dos años. Me fui porque no existía desde la dirección la decisión política para promover la salud reproductiva, no sólo la AQV. Me fui yo y bajó el número de ligaduras que se hacían”, precisó. Hoy trabaja en la Asociación Patagónica para Acciones Sociales (Aspas), una ONG que promueve la salud reproductiva en barrios de General Roca.

–¿Cómo vive la sanción de la ley nacional?

–Siento que es parte de una utopía que se cumple, veo que la pelota empieza a circular. Pero el que piense que aquí se termina el partido está equivocado. La pelota ahora empieza a ponerse en movimiento, con un marco legal favorable que crea un escenario distinto de la salud sexual y reproductiva en el país. El punto clave es la reglamentación de la ley y la decisión política del Ministerio de Salud de la Nación para que se cumpla. Cuando se acaban las luces del periodismo, empiezan las luces de la realidad. Los programas sin presupuestos, más que programas son problemas. Eso es lo que pasó en Río Negro con la aplicación de la ley.

–¿Qué pasó concretamente?

–La ley de AQV se aprobó en el año 2000. Fue la primera del país. Pero no se cumple en toda la provincia, porque en el fondo no hay una decisión política de que se aplique. El principal obstáculo es el desconocimiento de la ley, el usuario no la conoce, no sabe que existe. Es muy importante, y esto debe darse a nivel nacional ahora, que se difunda, que la gente sepa que tiene el derecho a exigir que le hagan AQV.

–¿A qué se refiere cuando dice que no hay decisión política en Río Negro?

–Que no haya decisión política no quiere decir que el gobierno esté en contra de la ley, pero no garantiza las condiciones para que realmente se practique la AQV en todos los hospitales. En algunas localidades se hacen ligaduras de trompas y vasectomías y en otras no y eso depende de empujes personales de médicos o de grupos de personas. Y esto va a ser así en la medida en que no entendamos qué es la salud reproductiva. Hay gente que cree que es repartir preservativos y anticonceptivos. Eso no es. Es educación sexual, prestación de servicios, consejería y que el usuario del hospital decida. Hoy es fundamental integrar al hombre a la salud reproductiva. Vengo de realizar una capacitación en México en salud reproductiva del hombre. Allá tienen una experiencia muy grande en ese sentido. Hacen 12 mil vasectomías por año. Pero hay una decisión política. De hecho, hay una Secretaría de Equidad de Género y Salud Reproductiva a nivel nacional.

–¿Cuántas ligaduras de trompas y vasectomías se han hecho en Río Negro?

–Unas quinientas ligaduras, pero muchísimas menos vasectomías.

–¿Qué pasa si una mujer o un hombre van hoy a un hospital en Río Negro y piden que lo sometan a una intervención de AQV?

–Deben enfrentar lo que yo llamo la peregrinación de la pobreza. Le cuento una anécdota de hoy al mediodía (por ayer): una mujer de 32 años, con 3 hijos y embarazada fue a un hospital de General Roca y planteó que quería que le ligaran las trompas. Pero le dijeron que tiene que tener 35 años y cuatro hijos. La ley no dice eso, lo único que exige es que sea una decisión consciente de la mujer, pero ella no lo sabe. Esa mujer está padeciendo la burocracia. Si hubiese decisión política ella y todos sabrían los alcances de la ley y podrían exigir sus derechos. Es como tener una gaseosa pero que esté tapada. Así se convierte en un tratado de buenas intenciones.

–¿Qué sugiere para que no ocurra lo mismo con la ley nacional?

–Es imprescindible un trabajo de marketing para difundir no sólo esta ley sino también el Programa Nacional de Salud Sexual y Reproductiva. Cuando quisieron en la ciudad de Buenos Aires impulsar el uso del cinturón de seguridad inundaron las calles de afiches. Qué fantástico sería que se hiciera lo mismo no sólo con la ligadura de trompas sino con todos los anticonceptivos. Las campañas que se han hecho han durado días, apenas semanas.

–¿Qué sucede en las otras provincias que tienen ley de anticoncepción quirúrgica?

–Después de Río Negro se sancionó en La Pampa. Hoy tienen ley también Neuquén, Chaco, Entre Ríos, Chubut y Santa Fe. En Mendoza hay un decreto. Pero en la mayoría de los casos pasa exactamente lo mismo que en Río Negro: en general no se conoce la ley y hay sesgos machistas que determinan que la única que se opere sea la mujer: por cada cien ligaduras se hace media vasectomía.

–¿Cuáles son las ventajas de una vasectomía frente a una ligadura?

–La vasectomía es mucho más barata que una ligadura, tiene menos riesgos, es mucho más rápida y se hace con anestesia local. Y algo fundamental, implica una participación en la temática del hombre que es el gran olvidado.

–Quienes se oponen a la legalización plantean que abre las puertas a esterilizaciones masivas en los sectores más pobres.

–Siempre digo que la AQV no debe ser la ambulancia de la pobreza, sino una parte del tren de la salud reproductiva cuya locomotora es la educación sexual. La AQV tiene que ser un vagón más. Lo que pasa es que la gente de bajos recursos no accede a este tipo de cirugías porque no tiene dinero porque se hacen en el sector privado a un costo de 1000 pesos la ligadura y 800 una vasectomía, aproximadamente.

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