Jue 24.08.2006

EL PAíS • SUBNOTA  › PRONUNCIAMIENTO DE LA IGLESIA CONTRA EL ABORTO

Los obispos salieron al cruce

› Por Washington Uranga

Utilizando un tono coloquial poco frecuente en las declaraciones episcopales, pero reafirmando la misma postura tradicional de la Iglesia Católica frente al tema, la Comisión Permanente del Episcopado emitió ayer una declaración en la que sostiene que el aborto “es una cuestión de vida o muerte”, que “esta polémica no es una discusión más entre tantas” y que los argentinos deben discernir si quieren “una sociedad que respete la vida de todos los seres engendrados”. El breve texto, de apenas una carilla, firmado por la comisión que encabeza el cardenal Jorge Bergoglio ratifica la conocida postura de la Iglesia en contra del aborto en cualquier caso y sale al cruce de los debates surgidos en los últimos días frente a diferentes casos expuestos ante la Justicia. Sin embargo, hace una convocatoria a la reflexión sobre el tema “a los que no creen” y a los cristianos.

“Muchas veces se nos quiere hacer aparecer como retrógrados o fundamentalistas ante el tema del aborto”, dicen los obispos. “Se acepta y valora el trabajo de la Iglesia a favor de los pobres, pero se nos descalifica cuando defendemos el derecho a la vida”, agregan y se preguntan “¿qué nos pasa como sociedad?”.

Recuerda el documento episcopal que “toda la tradición judeocristiana basada en los mandamientos de la Ley de Dios por miles de años consideró el aborto como un crimen. ¿Qué luces ha recibido esta nueva cultura, qué revelaciones se nos han manifestado para descubrir que lo que siempre fue un mal tan grande hoy ya no lo es?”, señalan. Agregan que “en otros tiempos hubo abortos, pero siempre se consideró que era un mal a desterrar. Las culturas cambian por los fundamentos esenciales de las personas permanecen” y “la Ley de Dios y el sentido común nos han enseñado que la vida es un gran bien que debemos preservar desde el momento que comienza”.

Buscando una clara referencia a los casos presentados en los últimos días a partir de embarazo de mujeres discapacitadas, el documento episcopal relata que “hace pocos días una señora se presentó a un sacerdote con una hija discapacitada y con profunda alegría le dijo: ‘Gracias, padre, hace unos años me ayudó a ver claro. Yo estuve a punto de abortar ante la evidencia de las malformaciones de mi hija cuando estaba en mi vientre. Usted me ayudó a no hacerlo. Hoy esta hija es la que da sentido a mi vida. Aun con su discapacidad es la alegría de nuestra familia’”. Dicen los obispos que “nuestra experiencia eclesial puede mostrar miles de situaciones como ésta”. Y se interrogan: “¿Cuál fue el móvil de ese sacerdote al ayudar a esa mujer?, ¿cuál es nuestro móvil al dirigirnos a las autoridades, a nuestros representantes y a todo el pueblo tratando de apostar por la vida e impedir la legalización del aborto?”.

“Creánnos –piden los obispos–. Sólo nos mueve el profundo amor de Dios por todos nosotros.” Y subrayan que “sólo nos mueve el deseo de valorar cada una de las vidas que se engendran y que ya son un ser constituido en el vientre de la madre”.

Trayendo el ejemplo de Teresa de Calcuta, la Comisión recuerda que “todos apreciamos lo que hizo la Madre Teresa por cada uno de esos seres débiles, excluidos, moribundos en las calles. Esa mujer, de quien nadie puede dudar que sólo era impulsada por el amor, puso tanto empeño en ocuparse de los moribundos como en impedir que las madres cayeran en el gravísimo error de abortar a sus hijos”, recuerdan.

Tras recordar que “en nuestros días se ha reavivado la polémica sobre la despenalización del aborto, con motivo de situaciones muy dolorosas que afectan la vida de una joven discapacitada y de un ser inocente por nacer”, la jerarquía de la Iglesia Católica advierte que “lo trágico deesta situación no puede hacernos olvidar que podemos asesinar a un inocente”.

“Esta polémica no es una discusión más entre tantas”, señalan. “Es una cuestión de fondo. Nunca como en este caso, puede decirse que es una cuestión de vida o muerte. Tan es así, que involucra a todos los ciudadanos de cualquier credo o condición social”, dicen los obispos.

Finalmente, dicen que “los que creemos en Dios debemos darle ante todo a El la propia respuesta”, a “los que no creen los invitamos a que consideren qué les dice el sentido común frente a un ser ya engendrado que es verdadero sujeto de derechos humanos”. Y agregan: “A todos les pedimos, es más, les rogamos, asumir este tema con la seriedad que se merece”.

Nota madre

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