EL PAíS • SUBNOTA
› Por H. V.
La psicosis del delito ha hecho proliferar las agencias privadas de seguridad. En Mendoza tienen una cámara que las agrupa, presidida por el ex policía Fernando Morellato. Su legajo personal, ubicado por el abogado Pablo Salinas en un expediente de la época, relata un episodio ocurrido en noviembre de 1976. Morellato detuvo a tres personas sospechosas de integrar una organización guerrillera y en vez de entregarlas al servicio de inteligencia especializado, las interrogó por su cuenta durante siete horas “con un aplaudible sentido de investigación”. Para ello pidió prestado “un elemento eléctrico mecánico” a la Delegación Mendoza de la Policía Federal. Pero debido a “su impericia en interrogatorios” dio tiempo para que los detenidos cubrieran la huida de sus compañeros. Además, Morellato se quedó con un revólver que portaba una de sus víctimas. Le aplicaron un castigo ejemplar: ocho días de arresto, no por torturador sino por manguero. La seguridad de los mendocinos está en manos expertas.
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