EL PAíS • SUBNOTA › ELENA DURO, OFICIAL DE EDUCACION DE UNICEF
› Por M. C.
“Es un problema político: no podemos verlo como problema social. Si no se centralizan las acciones en el apoyo a la educación, ningún abordaje sirve. Los países latinoamericanos que han reducido el trabajo infantil lo han hecho poniendo énfasis en la educación”, sostiene Elena Duro, oficial de Educación de Unicef y experta en el tema. Para la especialista, el hecho de que la Conaeti tenga su asiento en el Ministerio de Trabajo muestra un enfoque equivocado del problema.
–¿Por qué considera que el acento debe estar puesto en la educación?
–¿A la escuela le compete hacerse cargo de este problema? No. Pero sí debe ocuparse de detectar los casos para alertar a las instituciones locales correspondientes, que deben dar ayuda a las familias de esos chicos que trabajan. Antes de la sanción de la Ley Integral de Protección de la Infancia se debía judicializar el problema. Hoy hay un marco normativo nuevo que permite darles un rol más importante a las escuelas. Esperemos que la nueva Ley de Educación contemple estas vulneraciones de derechos de la infancia. La escuela podría asumir funciones tanto de prevención como de apoyo a la erradicación del trabajo precoz. En términos de prevención, los niños, niñas y los adolescentes y sus familias deben saber las pérdidas que ocasiona el trabajo infantil y este rol pueden asumirlo las escuelas. Incorporar esta problemática en los contenidos de enseñanza es necesario y para ello la formación de los docentes adquiere radical importancia. Modificar los imaginarios sociales son proceso lentos pero factibles. En tanto persista el imaginario de que el trabajo infantil es un problema inevitable, los cambios requeridos se retrasarán.
–¿Qué otros caminos se deberían tomar para combatir el trabajo precoz?
–Otra vía de prevención y erradicación serían las políticas de incentivos monetarios o no monetarios destinados a los alumnos, a sus familias o a las escuelas. En Argentina el 98 por ciento de los niños, aun trabajando, va a la escuela primaria o EGB, pero son los que repiten, tienen rendimiento bajo y abandonan tempranamente. Eso muestran las estadísticas. En tanto no haya articulación entre distintos sectores, el problema del trabajo infantil va a persistir en el país.
–Algunos sectores justifican el trabajo infantil en un contexto de crisis. ¿Qué opina al respecto?
–Hay que desmitificar que se trate de una estrategia básica de subsistencia. Los datos provisorios de la Eanna lo desmienten. Aquí sucede algo inédito: la inercia ante el problema se justifica tanto desde el progresismo como desde los sectores más conservadores que discriminan la pobreza. El Estado y la sociedad suelen manifestar su compasión ante los chicos que trabajan del mismo modo que dan sus condolencias por lo que la escuela no puede lograr en las poblaciones más desaventajadas. La pérdida de capital educativo y la imposibilidad de terminar la escuela básica y la media condenan a la infancia y adolescencia a la pobreza y la exclusión. Derechos de la infancia y trabajo infantil son excluyentes.
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