EL PAíS • SUBNOTA
El ex comisario Miguel Etchecolatz repitió su negativa a reconocer a la Justicia federal como el ámbito para juzgar sus crímenes. Ex detenidos-desaparecidos detallaron los padecimientos sufridos de manos del represor. Los testimonios que marcaron el proceso.
Largada: Vestido de traje oscuro con un rosario de cuentas blancas en las manos sujetas por esposas, el último 20 de junio Miguel Etchecolatz entró al Salón Dorado de la Municipalidad de La Plata con dos guardias del Servicio Penitenciario. La antigua mano derecha del ex comisario Ramón Camps en la provincia de Buenos Aires empezaba así su primera jornada de juicio oral por la desaparición de seis personas. En el banquillo de acusados y sentado frente a los jueces dijo que no aceptaba declarar: “Siento que este tribunal no tiene autoridad moral; no las personas, sino la institución tribunal, porque estos casos corresponden a la jurisdicción militar”.
–¿Edad? –preguntó el presidente del tribunal.
–Setenta y siete años.
–¿Profesión? –volvió a preguntar el funcionario.
–¡Asesino!
Se escuchó detrás del ex director de investigaciones de la Policía Bonaerense y desde el fondo de la sala, al público que levantó la voz para contestar. (20 de junio)
- Años de silencio: Nilda Eloy fue la primera ex detenida que identificó a Miguel Etchecolatz en un juicio oral como responsable de su secuestro en 1976 y de los tormentos en seis centros clandestinos. Tenía 19 años cuando la secuestró “una patota” bajo su mando, contó. “¿Quiere hacer un alto en su declaración?”, dijo el presidente del Tribunal en un momento como para que ella tomara aire. “No puedo parar –respondió Eloy–, son muchos años de silencio.” (22 de junio)
- Periódicos para el represor: El Tribunal revocó la prisión domiciliaria de Etchecolatz porque le encontraron un arma. El ex segundo de Camps no volvió a su domicilio ni siquiera una semana más tarde cuando su abogado, Luis Boffi Carri Pérez, pidió exámenes médicos y periódicos para represor. (23 y 29 de junio)
- “Pichón, dejate de joder”: Walter Docters perteneció a la Escuela de Suboficiales de la Policía Bonaerense. Quedó detenido y paseó por varios centros clandestinos de detención. Como su padre era comisario retirado y amigo personal de Etchecolatz, pudo verlo durante el cautiverio en el despacho del ex segundo de Camps. Docters repitió parte de esa charla y se detuvo en un comentario de Etchecolatz: “Pichón, lo viste con vida, ahora dejate de joder”. (26 de junio)
- Power Point: Adriana Calvo mostró en Power Point una investigación sobre el “Circuito Camps” y sus 29 centros clandestinos de detención en 9 distritos de la provincia: “En este circuito los prisioneros eran trasladados varias veces de un centro al otro”, contó. Con ella declaró Julio López, un ex albañil y militante de Montoneros que hoy tiene 76 años, es sobreviviente de cuatro centros, fue víctima de Etchecolatz y vio en forma directa la ejecución de dos de los seis desaparecidos. (28 de junio)
-Carpetas: Cuando se sentó ante el tribunal, Alfonso Dell’Orto llevaba sobre sus piernas una gruesa carpeta con los hábeas corpus que presentó y las cartas que envió a embajadas y arzobispados del país a partir de la desaparición de su hija Patricia, el 5 de noviembre de 1976. Con su hija se llevaron a su cuñado, Ambrosio De Marco. “Mi bisnieta de 15 días, Francisca –dijo–, tiene derecho a tener un lugar donde llevarle flores a su abuela”. (8 de julio)
- El soldado israelí: El abogado de Etchecolatz ensayó una curiosa estrategia de defensa para que se incorpore una noticia de política internacional como prueba: “El hecho nuevo es el secuestro de un soldado israelí por parte de la organización subversiva Hamas –dijo– y eso provocó la reacción lógica de Israel, porque un soldado es un órgano del Estado”. (30 de junio)
- La pacificación: “¿No soy el imputado, no?”, dijo el ex presidente Raúl Alfonsín ofuscado por las preguntas del fiscal Carlos Dulau Dumm sobre las leyes de impunidad y durante la audiencia en la que participó como testigo. “Dictamos esas leyes con dolor. Queríamos evitar la interrupción del orden constitucional. Se buscaba la pacificación del país”. (30 de agosto)
- San Sebastián: César San Sebastián estuvo al frente de la Escuela de Inteligencia policial durante la dictadura. Cuando Ramón Camps militarizó a la policía, dijo durante su testimonio, dejó de ocuparse de los delitos comunes para dedicarse de lleno al seguimiento de personas. El médico policial Ernesto Gelemar en ese momento estaba en la morgue y reconoció su firma en un certificado de tres enfermeras que fueron secuestradas en 1977 y asesinadas dos meses después. Fue el último de los casos tratados en el juicio a Etchecolatz. (10 de agosto)
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