Con el arribo de Marcelo Martorell al Obispado de Puerto Iguazú se traslada a Misiones una historia siempre latente sobre las vinculaciones entre la Iglesia, el poder político y Alfredo Yabrán. El propio sacerdote se encargó de revivirla ayer al ratificar su estrecha relación con el fallecido empresario telepostal, un benefactor del Arzobispado de Córdoba y del ex gobierno radical de Eduardo Angeloz.

“Yo con Yabrán tuve una amistad, que nunca negaré. Los hombres de bien no negamos la amistad ni en las buenas ni en las malas. Yo no niego la amistad con nadie”, dijo el sacerdote oriundo de Salta, quien ejerce actualmente como párroco de la iglesia Corazón Eucarístico de Jesús, del barrio Alto Alberdi de Córdoba.

Martorell fue por años la mano derecha del cardenal Raúl Primatesta, un remanente de la dictadura que ejerció el gobernador mediterráneo de facto Luciano Benjamín Menéndez. A cargo de las cuestiones económicas y financieras de la arquidiócesis de Córdoba, el sacerdote siempre admitió el vínculo con Yabrán. “Sí, ha hecho donaciones en cheques a nombre del arzobispado con declaraciones juradas ante la DGI. Tenemos amistades que nos ayudan, pero –se atajó entonces– siempre con cheques y contra recibo de la suma donada.”

Las crónicas de fines de los ’90 recuerdan que Martorell fue mencionado por un alto funcionario que lo involucró en una supuesta injerencia para que OCA, una de las empresas atribuidas al grupo Yabrán, fuera “beneficiada” en una licitación para la distribución de la correspondencia de la Municipalidad de Córdoba, un negocio millonario.

La Iglesia debió admitir la donación de dos millones de dólares del empresario para levantar la más grande playa de estacionamiento de la capital provincial, cuya recaudación engrosa los dineros de la curia local. “El Arzobispado de Córdoba le agradece a S.A. Oca la donación de este establecimiento”, dice una plaqueta de bronce de la entrada.

La Asociación Bancaria denunció que Yabrán prestó importantes sumas de dinero al gobierno de Angeloz, cuando el ex mandatario comenzó a sentir la fuerte crisis económica financiera. Héctor Colella, sucesor del emporio Yabrán, habría oficiado de asesor de esa administración.

El ex secretario de la Asociación Bancaria Miguel Berrotarán acusó en su momento a Martorell por maniobras presuntamente irregulares por haber recibido “noticias por anticipado” de la caída del Banco Feigín, que le permitió a la Iglesia de Córdoba retirar plazos fijos, mientras el resto de los inversores y pequeños ahorristas debió padecer todo tipo de contratiempos para recuperar su dinero.

Siempre se dijo que, antes de pegarse un tiro, Yabrán llamó a Martorell. El sacerdote lo negó. “Ojalá me hubiera llamado, otra hubiera sido la historia”, se lamentó sobre la persona que siempre consideró “inocente” del asesinato del reportero José Luis Cabezas.