“De una vez por todas se reconocen los derechos de las travestis, transexuales y trangéneros en la Argentina, realmente estamos contentas por esta decisión”, comentó la dirigente travesti Lohana Berkins, impulsora hace tres años del pedido de personería jurídica de su asociación. “En el 2002 empezaron, paradójicamente, las trabas burocráticas a las trabas reales, de carne y hueso. Habíamos fundado la asociación en 1992, diez años después pedimos un reconocimiento, pero la Inspección General de Justicia lo negó sobre la base de puros prejuicios”, afirmó la dirigente, quien definió la decisión de los supremos como “un avance significativo” para superar la brecha entre los derechos formales de las travestis y los problemas cotidianos: “Sin ir más lejos, hace tres semanas fuimos invitadas al Inadi y en el hall el personal de seguridad nos insultó, nos discriminó y descargó toda su violencia con nosotras. Tuvimos que retirarnos”.