Mar 28.11.2006

EL PAíS • SUBNOTA  › UN PRESO DENUNCIO QUE LO MANDARON A MATAR A UN DEFENSOR OFICIAL

“Me dio miedo el trabajo que me dieron”

› Por Horacio Cecchi

El martes pasado, la Comisión Provincial por la Memoria y el Comité Contra la Tortura (CCT) presentaron su informe sobre la violación a los Derechos Humanos en cárceles y comisarías bonaerenses. En curiosa y (cualquiera diría no) casual coincidencia, diez horas antes, el mismo Servicio Penitenciario Bonaerense denunciado iniciaba acciones contra el defensor general de San Nicolás y uno de los colaboradores puntales del CCT, Gabriel Gannon. Si las acciones iniciadas hubieran sido legales se estaría ante una curiosa casualidad. Pero no existen casualidades en los intramuros bonaerenses ni las acciones eran de las que se conocen como legales. Esa mañana un preso, Nicolás Prunella Lamason, llamó a Gannon para avisarle que una autoridad del penal le había encargado un trabajito: apuñalar al mismo Gannon a cambio de su libertad. Prunella, que también debía apuñalar a otro preso, no sólo denunció el hecho sino que quedó expuesto a represalias.

Uno de los teléfonos que la defensoría general de San Nicolás abrió para que los presos presentaran sus denuncias recibió el martes pasado, temprano en la mañana, un llamado. El interno Prunella Lamason, que se presentó como tal, pidió hablar con Gannon y le relató el trabajito que le había encomendado la autoridad. Lo que escuchó Gannon y luego la fiscal Verónica Marcantonio es un manual concentrado de las costumbres penitenciarias. Prunella dijo que cumplía condena de 17 años por robo calificado y que había ingresado a la U3 de San Nicolás el 8 de noviembre anterior.

Fue a parar a la celda 6, compartiendo espacio con el preso Adrián Longo. “El día jueves pasado el señor Roselli, que es el jefe del penal, me manifestó que tenía que hacer un trabajo –declaró Prunella–, que tenía que apuñalar a un pibe. No pregunté nada. Me ofreció hacer trabajos de limpieza. Me volvió a llamar el domingo. Me dijo que apuñale a Adrián Longo, y que me ofrecía a cambio sacarme cuatro días al hospital y que me escapara.”

Ese mismo día, Prunella le reveló a su compañero Longo en qué consistía el trabajo y que él era el primer objetivo. El domingo, el encargado de piso dijo que lo llamaba el jefe del penal: “Roselli dijo que tenía que lesionar a un tal Gannon, que era un funcionario judicial”.

Prunella reconoció ante la fiscal que estaba habituado a cumplir encargos de lastimar presos en otras unidades, y que lo hacía para recibir como pago facilidades “en las visitas íntimas, limpiezas de pabellón, tener peso ante los otros presos. Pero nunca me habían encargado el trabajo de lastimar a un funcionario judicial. Me dio miedo”, reconoció el preso.

Longo y Prunella se pusieron de acuerdo para poner en escena el primer encargo, dando la idea de que se había cumplido. Con una hoja de afeitar, el segundo cortajeó al primero en el abdomen. Longo gritó a la guardia y mostró la herida, que funcionó como un salvoconducto para Prunella. Inmediatamente, el encargado le entregó unas llaves para abrir las esposas en el hospital y así fugarse para, supuestamente, cumplir la segunda etapa del trabajito, acuchillar a Gannon.

La descripción de los dos trabajitos fue relatada por Prunella a la fiscal y a Gannon. Ahora, fue trasladado a dependencias de la Justicia de San Martín.

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