EL PAíS • SUBNOTA
› Por Horacio Verbitsky
El ministro de Justicia de Buenos Aires, Eduardo Di Rocco, envió una extensa carta explicativa de su presencia junto al ex dictador Leopoldo Galtieri en un acto realizado en agosto de 1992 en una unidad del Ejército en San Nicolás, partido del que era intendente. La publicación de la foto el domingo pasado en esta página le parece recortada, repugnante, injuriante y maliciosa. Sostiene que a Galtieri no lo invitó él sino el Ejército y niega haber presionado a la prensa local para que no publicara la foto. Alega pruebas de que, si lo hubiera hecho, habría sido “con resultado nulo”: el diario Norte incluyó en su edición del 2 de agosto de 1992 no una sino dos fotos de Galtieri junto a Di Rocco. La crónica que el ministro hizo llegar al diario consigna que también estuvieron presentes José María Díaz Bancalari y el Jefe de Estado Mayor del Ejército, Martín Balza. El Norte afirma que la presencia de Galtieri no había sido anunciada.
Cualquiera puede ser sorprendido en un acto público por una visita inesperada que, según Di Rocco, “no me fue grata”. Lo que su carta no dice es por qué una vez pasada la “desagradable sorpresa” eligió permanecer codo a codo con el ex dictador, a lo que ningún protocolo lo obligaba. Las fotos no fueron instantáneas de un momento fugaz, sino retratos de una larga ceremonia que, según el mismo periódico local, incluyó una oración religiosa, un discurso del general Enrique Braulio Olea (ex jefe del campo clandestino de concentración La Escuelita, de Neuquén, procesado por su participación en secuestros, torturas y homicidios, y entonces en libertad por la ley de obediencia debida), la lectura de un largo comunicado sobre la historia del batallón de ingenieros de San Nicolás y un desfile de tropas. En 1992 ya se sabía todo sobre Galtieri: había sido procesado por secuestros, torturas y asesinatos como comandante del Cuerpo II y condenado a doce años de prisión y destitución como conductor en la guerra de las Malvinas y beneficiado por las leyes de impunidad y el indulto. Aunque emplea más de mil palabras para contestar la referencia a la foto, que en la nota había insumido apenas cien, a Di Rocco no le alcanzan para referirse al tema central en debate: la promoción a juez y camarista de una fiscal y un juez que no investigaron como debían una denuncia sobre torturas a personas privadas de su libertad. Di Rocco envió sus pliegos y el Senado los aprobó sin convocar a una audiencia pública en la que se debatieran los antecedentes del caso, se formularan los cargos y los funcionarios ejercieran su defensa. Ése es el contexto en que debe analizarse la reforma procesal penal que esta semana propusieron Di Rocco y Felipe Solá y ayuda a entender por qué en las cárceles bonaerenses se reproducen muchas de las prácticas criminales del tiempo de Galtieri.
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